‘Heloísa y Abelardo’ es una de las historias de amor verdadero más apasionadas y románticas de la historia. La historia de amor del filósofo y teólogo del siglo XII y su alumna Heloísa sigue inspirando y conmoviendo. Su apasionada relación escandalizó a la comunidad en la que vivían. Los detalles de su intimidad física y espiritual son también un cuento de advertencia para nuestro tiempo.
Todavía hay sociedades cuya política se traduce en actitudes rígidas de represión intelectual, teológica y sexual. Esta gran historia de amor, y el coraje y la pasión de sus protagonistas, tiene mucho que enseñarnos sobre nuestra propia comprensión de la tolerancia religiosa, la igualdad sexual y la libertad intelectual.
Aquí hay un cuento admonitorio que nos grita desde el otro lado de los siglos para que razonemos, y para que cuestionemos, cuestionemos, cuestionemos.
En el París del siglo XII, la joven Heloísa, intelectualmente dotada, sobrina del canónigo Fulbert de Notre Dame, se esfuerza por el conocimiento, la verdad y la respuesta a la cuestión de la existencia humana. Pronto se hace evidente que sólo un maestro en París puede proporcionarle la educación que busca. A pesar de ser veinte años mayor que ella, Abelardo no tarda en sentirse intrigado por el ingenio y la inteligencia poco comunes de Heloise, ya que ésta está a la altura intelectual de Abelardo.
Pronto se encuentran tan entrelazados que ninguno de los dos puede resistirse a los deseos espirituales y físicos de sus cuerpos, aunque ambos saben que las leyes de la época prohíben tal relación. Pero su amor físico y la fuerza de su pasión resultan ser un poder imposible de resistir.
Cuando Heloísa se queda embarazada, se dan cuenta de que no es seguro que permanezca en París. Huyen a Bretaña, el lugar de nacimiento de Abelardo.En un plan para proteger la dignidad de su sobrina caída, y devolver a Heloísa a su hogar, el canónigo Fulberto arregla un matrimonio secreto entre Heloísa y Abelardo. Pero poco después de que los dos amantes se casen, descubren que el verdadero plan de Fulbert es arruinar a Abelardo y quedarse con Heloise. Por su seguridad, Heloise escapa al convento de Argenteuil, pero es demasiado tarde para Abelardo y es brutalmente atacado en París.
Como resultado de su humillante castigo, Abelardo ya no se considera capaz de continuar como profesor en Notre Dame, y él y Heloísa comprenden lo que deben hacer. El canónigo Bedell le ruega a Abelardo que no obligue a Heloise a correr esa suerte, pero tanto Heloise como Abelardo están de acuerdo en que deben tomar las órdenes sagradas como monje y monja. En un momento desgarrador, Heloise debe renunciar a su hijo, sabiendo que nunca lo volverá a ver.
A través de su famosa correspondencia de veinte años, su amor sigue floreciendo, a pesar de su separación. Después de muchos años, en un encuentro casual, Heloise y Abelardo se reúnen brevemente en una ceremonia en París. Aunque han estado físicamente separados todos estos años, por fin, a la vista del otro, los antiguos amantes se dan cuenta de que el amor que comparten es la razón de la existencia humana. Al iniciarse la gloriosa ceremonia, se prometen triunfalmente seguir siendo «Forever One».
No se volvieron a ver, pero a través de sus famosas cartas, su amor perdura.
Seiscientos años después, fue Josefina Bonaparte, tan conmovida por su historia, la que ordenó que los restos de Abelardo y Heloísa fueran enterrados juntos en el cementerio de Pére Lachaise en París. A día de hoy, amantes de todo el mundo visitan la tumba donde los restos de Heloísa y Abelardo descansan eternamente juntos.
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