Alfalfa: beneficios y cultivo

La Alfalfa es una planta herbácea perenne con pequeñas flores púrpura que crecen en racimo. Es originaria de Asia y se adapta muy bien a climas fríos y calurosos. Esta planta se usa tanto en medicina o como producto alimentario.

Si el fin es medicinal se pueden utilizan todas sus partes: raíces, tallo, hojas, flores y semillas, para realizar infusiones. Si por el contrario, queremos utilizarla como alimento, es una de las plantas comestibles más nutritivas y la podemos consumir en brotes de alfalfa o germinados, incluyendo también las semillas y hojas.

La alfalfa pertenece a la familia botánica Fabaceae o leguminosas (lentejas, guisantes, garbanzos..) Por este motivo, su valor nutricional es tan beneficioso para nuestra salud.

Entre sus múltiples propiedades cabe destacar:

  • Su alto valor nutricional, ya que contiene nutrientes tales como calcio, potasio, hierro, fósforo, magnesio, sodio, zinc, entre otros.
  • Es una fuente de proteínas vegetales.
  • La Alfalfa es antibacteriana, antioxidante y antiinflamatoria, ya que incluye flavonoides, fitoestrógenos y fitoesteroles. Son pigmentos naturales presentes en los vegetales y que protegen al organismo del daño producido por agentes oxidantes, tales como los rayos ultra-violeta o sustancias químicas.
  • Enzimas digestivas.
  • Contiene vitaminas del grupo B (B1, B3, B5, B7, B9, B12) y vitaminas C, D, E, K y P.

Beneficios del consumo de la Alfalfa

Si usamos esta planta como alimento, lo ideal es germinarla. Pero hay que saber que los brotes se consumen siempre frescos, no se cocinan. Las hojas de esta planta podemos consumirlas en recetas de cocina, como pueden ser sopas, purés, guisos… Otra alternativa es elaborar una infusión o añadirla a una ensalada.

Algunas de las propiedades medicinales de la alfalfa son las siguientes:

  • Evita las infecciones por virus o bacterias urinarias (cistitis)
  • Combate la anemia
  • Aporta fuerza al cabello y retrasa su caída
  • Depura el organismo y favorece la eliminación de toxinas
  • Mejora la artrosis
  • Alivia los dolores de la menstruación
  • Mantiene los niveles de azúcar en sangre, por lo que es muy apta para diabéticos
  • Baja la fiebre

Ya conocemos qué tipo de planta es, cuál es su origen y sus beneficios, pero… ¿sabemos cómo se cultiva?

El cultivo de Alfalfa

¿Cuándo?

Se debe plantar a principios de otoño en climas templados o calurosos y durante la primavera si el territorio es frío.

¿Dónde?

Para que la Alfalfa crezca rápido y sana, debe incidir sobre ella la luz del sol directa aproximadamente entre 6 y 8 horas. La temperatura óptima para su desarrollo oscila entre 18ºC y 28 ºC. Además, la semilla puede germinar a 2º C y con una subida de temperatura va creciendo de manera más rápida. Se debe tener en cuenta que las temperaturas mayores de 35 ºC pueden resultar perjudiciales para la planta.

¿Tiempo para la cosecha?

Una vez iniciada la siembra deben pasar 3 meses para la cosecha, que se realiza cuando la alfalfa tiene las hojas verdes y frondosas.

¿Riego?

Su necesidad hídrica depende mucho de las condiciones climáticas donde sea sembrada. Demanda poca agua durante la primavera y en verano sus requerimientos hídricos son más elevados. Tiene cero tolerancia al agua estancada, ya que se pueden llegar a pudrir las raíces con facilidad. Lo ideal para evitar que esto suceda, es contar con un suelo bien drenado. Se recomienda mantener las capas superficiales de la tierra siempre húmedas para evitar el encharcamiento. Así mismo, el mejor sistema de riego es por goteo.

¿Cómo preparar la tierra?

La Alfalfa se adapta muy bien a una gran variedad de sustratos, aunque requiere de suelos profundos y drenados. El PH óptimo del cultivo debe ser o aproximarse a 7,2 y se aconseja hacer encalados si descendiera a 6,8. Esto ayuda a reducir el aluminio y el magnesio de la tierra que son perjudiciales para su crecimiento. El principal inconveniente para un buen desarrollo de alfalfa es la acidez, aunque la germinación resiste muy bien el PH de hasta 4,0. Es muy sensible a la salinidad, ya que se pueden producir desequilibrios entre la raíz y la parte aérea.

Tras estos consejos, si tu clima y tierra son adecuados para cultivar alfalfa, ¡Adelante!

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