Almorávides

ALMORAVIDS (árabe. Al-Murābiṭūn; «Monjes-guerreros»), confederación de tribus bereberes del grupo Sanhajah que vivían en el desierto del Sahara marroquí. Su fervor religioso y su capacidad de lucha les permitieron establecer un formidable imperio en el Magreb y la España musulmana (andaluza) en los siglos XI y XII. Su celo teológico islámico se atribuye a Yahya ibn Ibrahim, su líder espiritual, así como al ‘alim (erudito religioso) ‘Abd Allah ibn Yasin. Imbuidos de celo islámico, los almorávides conquistaron Marruecos y amplias zonas de Argelia occidental entre 1054 y 1092. En 1062 convirtieron *Marrakesh en su base de operaciones y capital religiosa. A partir de entonces, sus principales líderes adoptaron el título de Amir al-Muslimin («comandante de los musulmanes»), pero siguieron reconociendo la legitimidad de una autoridad aún más alta en el Islam: el califa abasí de Irak, al que se le había otorgado el título de Amir al-Mu’minīn («comandante de los fieles»). Fue a finales del siglo XI cuando los cristianos castellanos que conservaban partes de España empezaron a desafiar la autoridad de los almorávides y a invadir sus territorios. Los dirigentes almorávides lograron rechazar temporalmente a los cristianos y frustrar sus planes de conquistar ciudades clave como Córdoba y Toledo.

Con la excepción de Valencia, la España musulmana permaneció bajo control almorávide. No obstante, quizá el aspecto más débil del dominio almorávide en España y el Magreb sea el hecho de que se trataba de una minoría bereber musulmana a cargo de un imperio hispano-árabe. Con el paso del tiempo, les resultó cada vez más difícil proteger todas sus posesiones territoriales de la reconquista cristiana, especialmente tras la caída de Zaragoza en 1118. Además, en 1125 los *Almohades (los que defendían la «Unidad de Alá»), una confederación de tribus bereberes rivales, comenzaron a rebelarse contra ellos en las montañas del Atlas. Tras una prolongada lucha y un combate sin tregua, los almohades derrotaron a los almorávides en 1147; transformaron Marrakech en su propia capital y extendieron su autoridad a la España musulmana.

Además de la poderosa fuerza militar que crearon en su apogeo, el periodo almorávide es también interesante por su arte y arquitectura. Lo que caracterizó al arte almorávide fue su puritanismo. Como monjes militares saharauis, los almorávides rechazaron la fastuosa decoración que había dominado el estilo arquitectónico omeya tardío, y construyeron a escala práctica en lugar de monumental. La piedad y el ascetismo les impidieron erigir elegantes palacios y magníficos monumentos. El conjunto arquitectónico más famoso que se conserva de la época de los almorávides es la Gran Mezquita de Tlemcen, en Argelia, construida en 1082 y reconstruida en 1136.

La posición de los judíos bajo la dominación almorávide estuvo aparentemente exenta de grandes abusos. A diferencia de los problemas que sufrieron los judíos durante el gobierno de los *Almohades (la dinastía sucesora de los Almorávides), no existen quejas fácticas de excesos, coerción o malicia por parte de las autoridades hacia las comunidades judías.

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