En Brasil se hablan más de 150 idiomas. Sin embargo, solo se considera al portugués como idioma oficial. Cinco de las más de 150 lenguas indígenas habladas en Brasil tienen más de 10 000 hablantes, según datos del Censo 2010, del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). El sondeo, que contempló a personas con más de 5 años de edad que utilizan el idioma en su propia casa, comprobó que las lenguas indígenas más comúnmente utilizadas en el país son el tikuna (con 34 000 hablantes), el guaraní kaiowá (26 500), el kaingang (22 000), el xavante (13 300) y el yanomami (12 700).
De esas, solo tres (tikuna, guaraní kaiowá y yanomami) cuentan con una cantidad más expresiva de hablantes que aquella verificada por el sondeo, puesto que también son utilizadas por indios que viven en países vecinos como Paraguay, Colombia y Venezuela.
Otros siete idiomas superan la marca de 5 000 hablantes en Brasil: guajajara (9 500), sateré-mawé (8 900), terena (8 200), nheengatu o lengua general amazónica (7 200), tukano (7 100), kayapó (6 200 ) y makuxi (5 800). Si se considera el guaraní nhandeva (con 5 400 hablantes) y el guaraní mbya (5 300) como lenguas distintas del kaiowá, el número llega a nueve.
Así como en el caso del guaraní, no siempre es fácil determinar cuántas lenguas existen en Brasil, dado que la cifra varía según los criterios utilizados para definir qué es un idioma y qué es un dialecto. El investigador Wilmar da Rocha D’angelis, de la Universidad Departamental de Campinas (Unicamp), estima que hoy sobreviven entre 150 y 160 lenguas indígenas en Brasil.
El sitio Ethnologue.com, una base de datos de las lenguas habladas en el mundo, cita la existencia de 170 lenguas aún habladas en Brasil. Por su vez, el laboratorio de lenguas y Literaturas Indígenas de la Universidad de Brasília (UnB) enumera 199 de ellas.
El país es la cuna de al menos dos grandes troncos lingüísticos: el tupí y el macro-jê. Troncos son la más amplia unidad de la lingüística, y reúnen a familias de lenguas con un mismo origen.
Lenguas de un mismo tronco pueden presentar grandes diferencias entre ellas. El portugués, por ejemplo, pertenece al tronco lingüístico indoeuropeo, al igual que el hindi (hablado en la India) y el kurdo (hablado en Irak, Siria y Turquía).
Además de esos dos troncos, existen varias familias lingüísticas que no pertenecen a ningún tronco específico, como por ejemplo la aruak, la karib, la pano y la tukano; bien como lenguas aisladas que ya no guardan similitud con ninguna otra lengua del mundo, como por ejemplo el tikuna, uno los más populares idiomas indígenas brasileños.
«La forma favoreció la entrada de diversos grupos migratorios desde el norte, pero prácticamente les impidió salir, lo que convirtió esta parte de América en una especie laboratorio lingüístico, del cual todavía queda mucho por conocer», señala D’Angelis.
En medio de tanta variedad, el lingüista destaca algunas peculiaridades encontradas en lenguas indígenas, como la lengua de signos de los urubu kaapor, la comunicación por silbidos en la lengua pirahã y las lenguas tonales (que se valen de la entonación para darle diferentes significados a la misma palabra), como el tikuna y el suruí.
D’Angelis también subrayó que algunos hechos lingüísticos se observaron por primera vez en lenguas indígenas de América del Sur, como la existencia de dos formas para la primera persona del plural (una que incluye al interlocutor, y otra que lo excluye) en muchas lenguas tupí-guaranís.
«Cabe decir que muchos estudios sobre lenguas indígenas de Brasil e investigadores brasileños en esa área son referentes en discusiones teóricas de la lingüística, aunque pocos trabajen para desarrollar teorías lingüísticas a partir de los nuevos hechos y desafíos planteados por el estudio de las lenguas indígenas», dice.
Lenguas en peligro de extinción
Brasil corre el riesgo de perder, dentro de 15 años, un tercio de sus idiomas indígenas. Así lo estima el director del Museo del Indio, José Carlos Levinho, quien calcula además que hasta 2030 entre 45 y 60 lenguas deberán extinguirse.
«Un número significativo de pueblos, incluso en la Amazonia, cuentan con tan solo cinco o seis hablantes. El 30% de las lenguas de unos 200 pueblos brasileños corren el riesgo de desaparecer en los próximos 10 o 15 años, pues hay pocos individuos capaces de hablar esas lenguas», advierte Levinho.
Según él, desde que el Museo del Indio puso en marcha, en 2009, el proyecto Prodoclin, para documentar a los pueblos originarios, los investigadores del proyecto vieron la extinción de dos lenguas, el apiaká y el umutina.
«Hay también la situación de lenguas habladas por grupos numerosos, en que aunque un número significativo de personas mayores de 40 años todavía hable el idioma, una gran cantidad de jóvenes no lo hablan más y no tienen interés en conservarlo. Así que no hay condiciones para reproducir y conservar esa lengua. La situación es algo dramática. Este es un patrimonio que pertenece no solo a la comunidad brasileña como a todo el mundo», subraya Levinho.
El investigador D’Angelis recuerda que en los últimos 500 años se extinguieron cerca de mil idiomas indígenas en Brasil. «En la inmensa mayoría de los casos, la extinción se produjo tras la extinción de la propia comunidad de hablantes, es decir, de los propios indios», explicó.
Según él, hoy la mayor amenaza para la existencia de esas lenguas ya no es el exterminio de la población indígena. «A pesar de que siga habiendo, en áreas como Mato Grosso do Sul, Rondônia y otras partes de la Amazonia, una situación de violencia institucionalizada que lleva todavía esa marca genocida, la destrucción de las lenguas minoritarias en el Brasil actual no está vinculada al exterminio de los hablantes. Los procesos de escolarización, la explotación del trabajo indígena y los diversos programas sociales -incluyendo los que favorecen la entrada de la televisión en todas las aldeas- han tenido un impacto considerable».
Expertos e indígenas entrevistados por Agência Brasil están de acuerdo en que eses idiomas en peligro de extinción, que llevaron siglos para desarrollarse, son fundamentales para el mantenimiento de otras manifestaciones culturales.
Glauber Romling da Silva, investigador que participa en el proyecto de documentación del Museo del Indio, compara la pérdida de una lengua a la extinción de una especie. «Cuando se preserva un idioma, se está preservando las costumbres y todo lo que forma parte de él. A menudo, el peligro de extinción no afecta solo la lengua en sí misma. A veces, la lengua aún muestra cierta vitalidad, pero sus estilos formales, sus cantos y la parte cultural que la sustenta desaparecen muy rápido. De una generación a otra, todo eso puede desaparecer», dice.
Para Isaías Parker, director de la Federación de las Organizaciones indígenas de Río Negro, en la Amazonia, cuando un indio deja de hablar su propio idioma, se pierde también una parte importante de su cultura. «Con el descubrimiento de Brasil y la colonización, desde aquella época, empezamos a perder nuestra cultura. Tenemos que seguir luchando para conservar nuestra propria cultura, nuestra propia lengua».
Traducción: Lucas Magdiel