Tener límites es como trazar una línea. Un lado tiene las cosas con las que estás bien y el otro lado, aquellas con las que no estás bien, para las que no te sientes preparado o que te hacen sentir incómodo. Esta línea es diferente para cada persona, por lo que es importante que sepas dónde hay que trazar la tuya. Establecer límites es una forma de enseñar a tu pareja tus necesidades y de hacerle saber cuando algo no te parece bien. Puedes anteponer tus necesidades a las de otra persona, especialmente si sus necesidades te incomodan.
Paso 1: ¿Cuáles son tus límites?
Piensa en estas categorías y lo que significan en términos de tu relación.
Físicos: ¿Estás de acuerdo con las muestras de afecto en público? ¿Le incomoda el afecto? ¿Odia o le encanta que su pareja le haga cosquillas? ¿Necesitas mucho tiempo a solas? Aprenda más sobre los límites físicos y el abuso.
Emocional: ¿Eres capaz de compartir lo que sientes de inmediato o necesitas un tiempo para pensar en ello? ¿Necesitas que tu pareja esté disponible en cualquier momento que tengas una crisis? ¿Cuándo estás preparado para decir te quiero? Aprenda más sobre los límites emocionales y el abuso.
Sexual: ¿Necesitas conocer a tu pareja un tiempo antes de iniciar cualquier tipo de actividad sexual, o estás bien para tener relaciones físicas de inmediato? ¿Con qué tipo de actividad sexual estás de acuerdo? Aprende más sobre los límites sexuales y el abuso.
Digital: ¿Publicas el estado de tu relación? ¿Te parece bien que tu pareja utilice tu teléfono? Quieres compartir las contraseñas? Aprende más sobre los límites digitales y el abuso.
Material: ¿Te gusta compartir tus cosas? ¿Te parece bien pagar por tu pareja o viceversa?
Espiritual: ¿Te gusta practicar tu religión en pareja o solo? ¿Es necesario que tu pareja tenga las mismas creencias que tú o pueden ser diferentes siempre que se respeten las tuyas? ¿Esperas a casarte antes de tener relaciones sexuales?
Paso 2: Hacer saber a tu pareja cuáles son tus límites.
No tienes que sentarte con tu pareja con una lista de verificación de todas las cosas que te incomodan, pero sí tienes que ser abierto y honesto. Algunas de estas cosas pueden surgir al principio de la relación, como si eres virgen y no quieres tener sexo hasta que estés preparado. Algunas de estas cosas pueden no surgir durante un tiempo, como si tu pareja quiere compartir las contraseñas después de salir durante 6 meses. Cuando tus necesidades sean diferentes a las de tu pareja, mantén una conversación; no es necesario que des una explicación. Puede resultar incómodo, pero tener las conversaciones difíciles forma parte de una relación sana. Cuando tu pareja te escucha y te respeta, se genera confianza.
Paso 3: Reconocer cuándo se ha cruzado la línea.
A veces, los límites se cruzan incluso después de haber hablado con tu pareja; aquí es donde entra en juego la confianza en ti mismo. Puede que estés triste, ansioso o enfadado o que no sepas exactamente lo que sientes. Confía siempre en tu instinto. Si algo no te parece correcto, probablemente no lo sea.
Paso 4: Responder.
Si tu pareja ha traspasado un límite que no sabía dónde estaba trazado, ten una conversación sincera. Podría ser algo tan simple como decir: «Oye, realmente no me gusta cuando ________. Esto me hace sentir muy incómodo. ¿Crees que la próxima vez puedes ______ en su lugar?». Esto podría requerir algunas idas y venidas antes de llegar a un acuerdo que satisfaga las necesidades de ambos, pero su relación será más fuerte gracias a ello.
Si se ha cruzado un límite a pesar de que ya habíais sido claros sobre vuestros límites, esto podría ser abuso. Cruzar un límite puede ser obvio, como si dices que no a tener relaciones sexuales, pero tu pareja utiliza la fuerza física para obligarte a hacer algo que no quieres hacer. Pero también puede ser más sutil, como si tu pareja te obliga a hacer algo, te ruega hasta que cedas o te amenaza con romper si no haces lo que quiere.