Cuando la piel está desprotegida del sol, la radiación ultravioleta (UV) puede dañar el ADN. Si el cuerpo es incapaz de reparar este daño, la célula puede empezar a dividirse y crecer de forma descontrolada. Este crecimiento puede acabar formando un tumor.
La radiación UV se compone de rayos UVA y UVB que pueden penetrar en la piel y causar daños permanentes, contribuyendo al melanoma y a otros cánceres de piel, a las quemaduras solares, al envejecimiento de la piel y a los daños oculares:
- Los rayos UV penetran profundamente en la piel (la dermis) causando daños genéticos en las células, fotoenvejecimiento (arrugas, manchas, etc.) e inmunodepresión.
- Los UVB penetran en la capa superior de la piel (la epidermis) causando daños en las células. Los rayos UVB son los responsables de las quemaduras solares, un importante factor de riesgo para el cáncer de piel, especialmente el melanoma.
Es importante recordar que los daños no siempre son visibles, que comienzan mucho antes de que se produzca una quemadura solar o un bronceado, y que son permanentes y acumulativos; gran parte de los daños en el ADN de las células de la piel son imposibles de reparar por nuestro organismo.
La buena noticia es que nunca es demasiado tarde para reducir el riesgo. Conozca las cinco formas de protegerse.