Chaleco antibalas, cubierta protectora que se usa para proteger el torso contra las balas.
Las armaduras metálicas cayeron en desuso en los siglos XVI y XVII, en parte porque las armaduras eficaces contra las balas eran demasiado pesadas para ser prácticas. La armadura moderna reapareció a pequeña escala en la Primera Guerra Mundial como medio para proteger el torso de los fragmentos de los proyectiles, pero la armadura, tal como fue diseñada, era demasiado pesada para justificar la protección que ofrecía. La Segunda Guerra Mundial estimuló el desarrollo de un chaleco antibalas más ligero que consistía en placas superpuestas de acero, aluminio o fibra de vidrio adheridas dentro de una prenda de nailon que cubría tanto la parte delantera como la trasera del usuario. Estos «chalecos antibalas» eran lo suficientemente flexibles como para permitir que el usuario se moviera con relativa libertad, a la vez que le proporcionaban una protección adecuada contra los fragmentos de los proyectiles. Sin embargo, no podían detener una bala perforante.
En la década de 1960 se desarrollaron nuevos tipos de chalecos cuyas placas estaban hechas de capas compuestas de acero o de una cerámica muy dura, el carburo de boro. Sin embargo, el descubrimiento de que numerosas capas de tejido de nylon podían disipar la energía de una bala revolucionó el uso de los chalecos modernos.
La función del chaleco de acero o de plástico duro es ser impermeable a una bala. En cambio, el chaleco textil deforma la bala y luego disipa su energía, enredándola en las múltiples capas del chaleco. Un chaleco antibalas textil está formado por entre 16 y 24 capas de tela de nylon de tejido grueso, cosidas como una colcha. Cualquier bala de pistola o subametralladora ordinaria que impacte en una prenda de este tipo se aplasta inmediatamente al chocar con las capas más externas, y el proyectil, ahora con forma de hongo, disipa su energía al presionar contra el resto de los grosores del chaleco, incapaz de penetrar sus capas superpuestas de malla gruesa. El portador de un chaleco de este tipo suele resultar magullado por el impacto de una bala, pero sin consecuencias graves. Los chalecos de 16 capas detendrán las balas de pistolas y subfusiles normales; los de 24 capas detendrán las balas magnum más potentes de las mismas armas.
Aparte de las obvias aplicaciones militares del chaleco antibalas de tela, el aumento del terrorismo en la segunda mitad del siglo XX condujo a un mayor uso del blindaje corporal por parte de la policía y las tropas antiterroristas. Véase también blindaje.