Credos

Este credo lleva el nombre de San Atanasio, un firme defensor de la fe cristiana en el siglo IV. Fue elaborado para ayudar a la Iglesia a combatir dos errores que socavaban la enseñanza bíblica. Un error negaba que el Hijo de Dios y el Espíritu Santo fueran un solo ser o divinidad con el Padre. El otro error negaba que Jesucristo fuera verdadero Dios y verdadero hombre en una sola persona. El Credo Atanasiano sigue sirviendo a la Iglesia cristiana como norma de la verdad. Declara que quien rechaza la doctrina de la Trinidad y la doctrina de Cristo carece de la fe salvadora.

CRETO ATANASICO
Quien quiera salvarse debe, por encima de todo, mantener la verdadera fe cristiana. Quien no conserve esta fe pura en todos los puntos, ciertamente perecerá para siempre.

Esta es la verdadera fe cristiana: Adoramos a un solo Dios en tres personas y a tres personas en un solo Dios, sin mezclar las personas ni dividir el ser divino. Porque cada persona -el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo- es distinta, pero la deidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es una, igual en gloria y coeterna en majestad. Lo que es el Padre, lo es el Hijo y lo es el Espíritu Santo. El Padre es increado, el Hijo increado, el Espíritu Santo increado; el Padre es infinito, el Hijo infinito, el Espíritu Santo infinito; el Padre es eterno, el Hijo eterno, el Espíritu Santo eterno; pero no son tres los que son eternos, sino que hay uno que es eterno, como no son tres los que son increados, ni tres los que son infinitos, sino que hay uno que es increado y uno que es infinito. Del mismo modo, el Padre es todopoderoso, el Hijo es todopoderoso y el Espíritu Santo es todopoderoso; pero no son tres los que son todopoderosos, sino que hay uno que es todopoderoso. Así, el Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu Santo es Dios; sin embargo, no son tres Dioses, sino un solo Dios. Así, el Padre es el Señor, el Hijo es el Señor, el Espíritu Santo es el Señor; pero no son tres Señores, sino un solo Señor. Pues así como la verdad cristiana nos obliga a confesar a cada persona individualmente como Dios y Señor, la verdadera fe cristiana nos prohíbe hablar de tres Dioses o tres Señores. El Padre no es hecho ni creado ni engendrado por nadie. El Hijo no es hecho ni creado, sino que es engendrado sólo por el Padre. El Espíritu Santo no es hecho ni creado ni engendrado, sino que procede del Padre y del Hijo. Así que hay un solo Padre, no tres Padres; un solo Hijo, no tres Hijos; un solo Espíritu Santo, no tres Espíritus Santos. Y dentro de esta Trinidad ninguno es anterior ni posterior; ninguno es mayor ni inferior, sino que las tres personas son coiguales y coeternas, de modo que en todos los sentidos, como ya se ha dicho, las tres personas deben ser adoradas como un solo Dios y un solo Dios adorado como tres personas. Quien quiera salvarse debe tener esta convicción de la Trinidad.

Es necesario además para la salvación eterna creer verdaderamente que nuestro Señor Jesucristo también tomó carne humana. Ahora bien, esta es la verdadera fe cristiana: Creemos y confesamos que nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, es a la vez Dios y hombre. Es Dios, engendrado eternamente de la naturaleza del Padre, y es hombre, nacido en el tiempo de la naturaleza de su madre, plenamente Dios, plenamente hombre, con alma racional y carne humana, igual al Padre en cuanto a su deidad, menos que el Padre en cuanto a su humanidad; y aunque es Dios y Hombre, Cristo no es dos personas, sino una, una, no por cambiar la deidad en carne, sino por tomar la humanidad en Dios; una, en efecto, no por mezcla de las naturalezas, sino por unidad en una sola persona; pues así como el alma racional y la carne son un solo ser humano, así Dios y el hombre son un solo Cristo. Padeció por nuestra salvación, descendió a los infiernos, resucitó al tercer día de entre los muertos. Subió al cielo, está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso, y desde allí vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos. En su venida todos los hombres resucitarán con sus propios cuerpos para responder de sus actos personales. Los que hayan hecho el bien entrarán en la vida eterna, pero los que hayan hecho el mal irán al fuego eterno.

Esta es la verdadera fe cristiana. Quien no crea fiel y firmemente en esto no puede salvarse.

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