Después de una mordedura u otra exposición a la rabia, antes de que el virus pueda provocar síntomas, debe pasar por el cuerpo y llegar al cerebro. Este tiempo entre la exposición y la aparición de síntomas se llama periodo de incubación y puede durar semanas o meses. El periodo de incubación puede variar según donde sea el sitio de la exposición (la distancia con el cerebro), el tipo de virus de la rabia y la inmunidad existente.
Los primeros síntomas de la rabia pueden ser muy similares a los de la influenza o gripe, como debilidad o malestar general, fiebre o dolor de cabeza. Estos síntomas pueden durar varios días.
La rabia también puede provocar malestar o la sensación de punzadas o picazón en el sitio de la mordedura, y evolucionar en pocos días a síntomas agudos de disfunción cerebral, ansiedad, confusión y agitación. A medida que avanza la enfermedad, la persona puede presentar delirios, comportamiento anormal, alucinaciones, hidrofobia (temor al agua) e insomnio. El periodo agudo de la enfermedad termina normalmente después de 2 a 10 días. Una vez que aparecen los signos clínicos de la rabia, la enfermedad es casi siempre mortal y, por lo general, el tratamiento es de apoyo. Hasta la fecha, se han documentado menos de 20 casos de supervivencia de seres humanos a la rabia clínica y solo algunos de ellos no tenían ningún antecedente de profilaxis pre o posexposición.
Los signos, síntomas y resultados de la rabia en los animales pueden variar, pero, por lo general, son similares a los de los seres humanos, como síntomas no específicos, síntomas neurológicos agudos y, por último, la muerte.