El término «orientado a los resultados» es un gran término. Habla de la capacidad de una persona para crear un impulso basado en su objetivo final de hacer las cosas. Llegar a la meta requiere mucho esfuerzo, concentración y trabajo duro (o inteligente). Pero, ¿qué implica definirse como una persona orientada a los resultados?
Algunas personas podrían considerar que una persona orientada a los resultados es aquella que siempre ve la luz al final del túnel. Esa figura protagonista en una organización que define lo que significa «conseguirlo», sea cual sea la tarea en cuestión. Los ingredientes que conforman una persona orientada a los resultados son básicos, pero cuando se combinan constituyen una fuerza poderosa y productiva en la empresa.
Las personas orientadas a los resultados son, ante todo, grandes tomadores de decisiones. Calculan las opciones y optan por las rutas más eficientes y productivas. No todas las decisiones que toman son correctas, pero todas las que toman son rápidas, aunque reflexionadas, y están respaldadas por la confirmación y la contingencia.
Confirmación significa que tienen información que respalda su decisión: el razonamiento que explica por qué se tomó una decisión. Si el jefe te pregunta por qué has hecho algo, y todo lo que puedes decir es «Porque creía que era lo correcto», será mejor que tengas pruebas concretas que te apoyen, porque en última instancia tu jefe utilizará esas mismas pruebas para apoyar su decisión de apoyarte.
La contingencia se explica por sí misma. Los planes en la vida rara vez salen bien a la primera. Tener un plan de respaldo, o varios de ellos, es un enfoque de sentido común para garantizar que tienes a tu disposición métodos alternativos para resolver el mismo problema, o al menos para evitar que caigas en un pozo sin fondo. Tener una contingencia a mano significa que se puede hacer frente a la adversidad, y a veces a los cambios en los requisitos, sin que haya que reducir el tiempo o el presupuesto. Sobre todo, la contingencia suele ser gratuita o relativamente barata, en función de la alternativa si se fracasa.
La orientación a los resultados también se refiere a la actitud de una persona hacia las prioridades y las tareas. Cada actividad tiene una prioridad, basada en las limitaciones de tiempo, el coste y el esfuerzo necesario para completarla. Al ser capaz de priorizar las tareas, una persona orientada a los resultados puede supervisar el progreso de múltiples elementos de acción simultáneamente, sin perder el tiempo mirando las tareas que están abajo en la lista. Un mecánico no perderá el tiempo centrándose en arreglar una rueda pinchada si el motor no arranca. Al comprender lo que es más importante, los resultados pueden hacerse realidad en poco tiempo, sin costes ni dolores indebidos. Puede literalmente «hacer que parezca fácil» planificando con antelación las prioridades.
La persona orientada a los resultados se esfuerza por hacer que las cosas sucedan, rápidamente y relativamente sin dolor. Al estar orientado a los resultados, define los objetivos y los métodos que le distinguen de los demás. Al ser decisivo y priorizar para ahorrar tiempo y esfuerzo, demuestras lo que es hacer las cosas a tiempo y según lo previsto. La parte de los «resultados» proviene de la finalización de las tareas, mientras que la parte «impulsada» muestra tu actitud para crear un impulso en la organización. Ten esto en cuenta cada vez que te encuentres con un apuro de tiempo o una lista de entregas imposibles, y la gente te definirá como «impulsado por los resultados» en poco tiempo…
porque nada es tan genial como hacer que parezca fácil…