El 30 de mayo de 2003, para las personas con intolerancia a la lactosa, una bebida parecida al yogur llamada kéfir podría volver a incluir los lácteos en su dieta.
La intolerancia a la lactosa es un problema digestivo muy común causado por la escasez de una enzima llamada lactasa, que el cuerpo necesita para digerir la lactosa, el azúcar de la leche. El resultado son gases, hinchazón y diarrea.
El problema varía mucho de una persona a otra; algunas personas tienen que alejarse de todos los productos lácteos, mientras que otras pueden permitirse pequeñas porciones.
El kéfir es una oscura alternativa a la leche, un poco más cara, desarrollada hace siglos y a la que se le atribuyen varias propiedades beneficiosas para la salud, explica el investigador principal Steven R. Hertzler, PhD, RD, profesor de la Universidad Estatal de Ohio en Columbus.
Su estudio aparece en el número actual del Journal of the American Dietetic Association.
Históricamente, el kéfir se ha preparado utilizando la leche de oveja, cabra y vaca, aunque ahora se comercializan kéfires de leche de soja, explica.
Al igual que el yogur, que se elabora con leche fermentada, el kéfir contiene muchas bacterias que facilitan la digestión de la lactosa. El yogur no produce síntomas de intolerancia a la lactosa porque estas bacterias ayudan a digerirla. Sin embargo, el kéfir tiene una gama más amplia de nutrientes que el yogur, dice.