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¿En qué dirección fluye el río Mississippi? Es una pregunta relativamente fácil y la respuesta es, obviamente, de Norte a Sur. «Es el río más largo del mundo: cuatro mil trescientas millas. Parece seguro decir que también es el río más torcido del mundo, ya que en una parte de su recorrido utiliza mil trescientas millas para cubrir el mismo terreno que el cuervo sobrevolaría en seiscientas setenta y cinco».1 Una mirada casual al mapa mostrará que el río a veces fluye hacia el este, a veces hacia el oeste e incluso a veces hacia el norte, pero la dirección predominante es el sur.
Y así es la vida. ¿Cuántos viajes has hecho que te han llevado a tu destino, pero con desvíos o paradas inesperadas? Warren Wiersbe escribe: Al final de la peregrinación, los santos de Dios han mirado hacia atrás y han visto la mano de Dios actuando durante toda su vida. Esto no significa que todo lo que hicieron estaba en la voluntad de Dios, o que nunca tuvieron desvíos; pero sí significa que Dios gobernó y dominó en sus vidas para lograr sus propósitos eternos.2 Dios está en control. El que hizo el río Mississippi y dirige sus corrientes, también nos vigila a nosotros. David miró hacia atrás y escribió: «He sido joven, y ahora soy viejo; sin embargo, no he visto al justo desamparado, ni a su descendencia mendigando el pan».3 (Salmo 37:25)
He estado fascinado con el Mississippi desde que leí La aventura de Huckleberry Finn. Ese libro capturó mi imaginación como ningún otro cuando era un niño. Recuerdo que intentaba imaginar cómo sería flotar por ese río en una balsa como Huck, mientras me dormía. Durante mucho tiempo encontré consuelo en esas cavilaciones y me dormí muchas noches con el sonido de las olas golpeando los troncos de mi balsa de juguete.
Me alegro de que el Mississippi serpentee como lo hace, pues a pesar de todas sus vueltas y revueltas, mantiene su curso y termina en el Golfo de México. Mientras que los escapismos de la infancia me reconfortaron entonces, hoy encuentro consuelo comparando mi vida con el curso de ese río: al igual que el Mississippi fluirá siempre hacia el sur, a pesar de las vueltas y revueltas, mi vida está en manos de un Padre amoroso y él mantendrá el rumbo y dirigirá mi curso. Terminaré la carrera que Él ha trazado para mí, aunque a veces parezca que voy en la dirección contraria.