¿Te has preguntado alguna vez si tu bebé tiene la capacidad de saborear realmente su comida? Pues bien, este post abordará el sentido del gusto en la infancia
Para empezar, repasemos los fundamentos del «sistema gustativo». Las papilas gustativas de la lengua transmiten información al cerebro, que se percibe como sabor.
Los 5 sabores básicos de cualquier ser humano son:
- dulce
- salado
- agrio
- amargo
- sabroso (también conocido como umami).
Las investigaciones demuestran que los bebés nacen con una predisposición a aceptar los sabores dulces, como la leche materna. Los bebés también tienen una predisposición a rechazar nuevos alimentos, un fenómeno conocido como «neofobia». Durante la infancia, casi todos los alimentos son «nuevos», por lo que no es de extrañar que la introducción de un nuevo alimento o fórmula pueda provocar cierta resistencia por parte del bebé.
La buena noticia es que esta neofobia puede superarse mediante la exposición repetida al alimento. En otras palabras, las preferencias de sabor no están grabadas en piedra, sino que evolucionan constantemente. Con la experiencia repetida, los bebés aceptan e incluso pueden preferir el alimento previamente rechazado. Un estudio observó a madres que presentaban un alimento concreto a diario durante un periodo de tiempo. Los investigadores descubrieron que se necesitaron 15 tomas para que los bebés aceptaran fácilmente el nuevo alimento.
Por lo tanto, tanto si está introduciendo sólidos como si está cambiando a Neocate desde otra fórmula, ¡no se desanime! No sólo está bien, sino que es normal que su pequeño rechace el nuevo alimento al principio. Simplemente sea paciente y persistente y continúe presentando el alimento de manera positiva.
Un dato interesante: La percepción del sabor amargo de un bebé se desarrolla varios meses después del nacimiento. Un estudio descubrió que los recién nacidos no rechazaban el sabor amargo, mientras que los mayores sí lo hacían. Otro estudio determinó que el periodo de tiempo para este cambio en el desarrollo es alrededor de los 4 meses de edad. Los investigadores descubrieron que los bebés a los que se les dio una fórmula especializada y descompuesta (que tiene un sabor ligeramente amargo debido a la proteína descompuesta) antes de la edad de 4 meses hicieron la transición a la nueva fórmula sin resistencia.
Después de esta edad, los bebés identifican el cambio de sabor y las madres pueden tener que ser un poco más astutas para hacer la transición de su pequeño a la nueva fórmula. Los investigadores señalaron que una transición gradual, en la que la nueva fórmula se mezcla con la anterior, ayuda a los bebés mayores a aceptar la nueva fórmula. Esto permite que las papilas gustativas de los bebés se expongan gradual y repetidamente al nuevo sabor y lo asocien con algo que ya les gusta (la fórmula anterior).