Gusano de terciopelo, (filo Onychophora), cualquiera de unas 70 especies de invertebrados terrestres antiguos con patas cortas y gruesas y un cuerpo seco y aterciopelado. El tamaño de los onicóforos oscila entre 14 y 150 mm y se encuentran en las selvas tropicales. Incapaces de controlar la pérdida de agua, no toleran los hábitats secos.
El gusano de terciopelo es depredador; escupe baba de endurecimiento rápido desde unas proyecciones (papilas orales) cercanas a la boca para someter a invertebrados como grillos, arañas y piojos de la madera. A continuación, utiliza sus mandíbulas para abrir la presa capturada antes de inyectar saliva digestiva y succionar las entrañas licuadas. La baba utilizada para la captura está hecha de proteínas, y el gusano de terciopelo la consume mientras las entrañas de la víctima se disuelven. El gusano de terciopelo también lanzará un chorro de baba en defensa propia.
Los onicóforos viven entre la hojarasca, bajo las piedras o los troncos caídos, dentro de las galerías de los troncos caídos, en el interior de los nidos de las termitas o en las grietas y galerías del suelo, a veces a más de un metro de profundidad (unos tres pies). Las lombrices de terciopelo tienen una notable capacidad para escurrirse por pasillos estrechos, una adaptación que les permite encontrar refugios con una humedad y seguridad satisfactorias. Pueden hacerlo porque los gusanos de terciopelo carecen de cualquier tipo de esqueleto. En su lugar, su piel produce una cutícula fina y flexible muy enrevesada. Evitan la luz y suelen estar bien escondidos de la observación casual. Su sentido del tacto es importante, y los onicóforos están provistos de espinas táctiles que son sensibles a las corrientes de aire.
Un género común es Peripatus, que se encuentra en las Indias Occidentales, América Central y las partes septentrionales de Sudamérica. Se conocen unas 20 especies de Peripatus. Tienen un cuerpo alargado que consta de 14 a 44 segmentos de tronco, cada uno con un par de patas cortas. El número de segmentos difiere según la especie. La piel seca y aterciopelada de los animales varía de color según el entorno y va desde la pizarra oscura hasta el marrón rojizo, con una franja mediana más oscura en el lomo.
Los gusanos onicóforos tienen un cerebro y dos cordones nerviosos ventrales ampliamente separados y no ganglionados que se unen hacia la cola por encima del recto-una condición muy primitiva. Los ojos de los onicóforos son similares en estructura a los de algunos gusanos verdaderos o segmentados (véase anélido). El sistema respiratorio consiste en numerosas fosas distribuidas irregularmente, de las que parten muchas tráqueas finas o tubos respiratorios. Las tráqueas penetran profundamente en el cuerpo, poniendo el oxígeno a disposición de los órganos y tejidos del interior. Los onicóforos tienen un par de órganos excretores en cada segmento de las patas. Un embudo ciliado (es decir, con estructuras parecidas a pelos) conduce al exterior en el poro excretor. Cada órgano segmentario elimina agua y otras sustancias, pero la excreción nitrogenada, en forma de ácido úrico, tiene lugar en el intestino medio.
El filo Onychophora consta de sólo dos familias, Peripatidae y Peripatopsidae. En el desarrollo evolutivo, se considera que los onicofóridos se sitúan entre los gusanos anélidos y los artrópodos (por ejemplo, insectos y crustáceos). Los onicofóridos fósiles se remontan a 520 millones de años, al Cámbrico. El filo Onychophora se considera similar a otros dos grupos primitivos, los gusanos de la lengua (véase pentastómido) y los osos de agua (véase tardígrado). Estos tres taxones aún vivos, aunque antiguos, forman un grupo de organismos llamados oncópodos.