La terapia cognitivo-conductual, iniciada en la década de 1960 por el Dr. Aaron T. Beck, psiquiatra de la Universidad de Pensilvania, es «un tratamiento psicoterapéutico a corto plazo y orientado a la consecución de objetivos que adopta un enfoque práctico para la resolución de problemas. Su objetivo es cambiar los patrones de pensamiento o comportamiento que están detrás de las dificultades de las personas, y así cambiar la forma en que se sienten».1
La terapia cognitivo-conductual surgió de lo que se conoció como la «revolución cognitiva», un movimiento que comenzó en la década de 1950 centrado en el desarrollo de inferencias comprobables sobre los procesos mentales humanos.
El psicólogo Steven Pinker identificó cinco ideas clave que constituyeron la revolución cognitiva en su libro de 2002, The Blank Slate:
1. El mundo mental puede basarse en el mundo físico mediante los conceptos de información, computación y retroalimentación.
2. La mente no puede ser una pizarra en blanco porque las pizarras en blanco no hacen nada.
3. Una gama infinita de comportamientos puede ser generada por programas combinatorios finitos en la mente.
4. Los mecanismos universales pueden subyacer a la variación superficial entre culturas.
5. La mente es un sistema complejo compuesto por muchas partes que interactúan.
Mientras probaba los conceptos psicoanalíticos de la depresión — la investigación del Dr. Beck mostró lo contrario de lo que esperaba. Buscando otras formas de entender la depresión, encontró que los enfermos experimentaban «corrientes de pensamientos negativos que parecían surgir espontáneamente.» Los llamó «pensamientos automáticos». Los pensamientos automáticos de sus sujetos de prueba se dividían en tres categorías: ellos mismos, el mundo y el futuro.
«La TCC representa una combinación de teorías conductuales y cognitivas del comportamiento humano y de la psicopatología, y una fusión de influencias emocionales, familiares y de pares. Las numerosas estrategias de intervención que componen la TCC reflejan su naturaleza compleja e integradora e incluyen temas como la extinción, la habituación, el modelado, la reestructuración cognitiva, la resolución de problemas y el desarrollo de estrategias de afrontamiento, el dominio y el sentido de autocontrol.»
En términos generales, la TCC es un enfoque respaldado por la evidencia para el tratamiento de una variedad de diferentes trastornos psicológicos y del comportamiento. Ha cobrado importancia como enfoque de tratamiento no a partir de experiencias anectodas, sino de numerosos estudios científicos revisados por pares que analizan su eficacia.
Los terapeutas conductuales animan a los clientes a probar nuevos comportamientos y a no permitir que las «recompensas» negativas dicten su forma de actuar. Los pensamientos influyen en los sentimientos. La respuesta emocional de uno a una situación proviene de su interpretación de la situación.
Desde su creación, la TCC se ha ido perfeccionando a medida que se ha ido aplicando como enfoque de tratamiento para millones de personas en todo el mundo. Al tratar una variedad de problemas, desde la ansiedad hasta el tinnitus, su amplia gama de usos es parte de lo que la hace tan popular.