Estados Unidos ha sido durante mucho tiempo la canasta de pan del mundo, ya que las grandes extensiones de tierra agrícola fértil y las innovaciones agrícolas de vanguardia le han permitido alimentar tanto a su propia gente como a las poblaciones de todo el mundo. Sin embargo, el liderazgo agrícola de Estados Unidos se enfrenta ahora a una seria prueba por parte de China. China ha tomado medidas enérgicas para impulsar su propio sector agrícola con el fin de alimentar a su población y convertirse en un actor importante en la industria agrícola mundial. Con la previsión de que la población mundial alcance los 10.000 millones de habitantes en 2050, lo que requerirá un aumento del 70% en la producción de alimentos, la industria agrícola desempeñará un papel fundamental en la economía mundial. Dada esa trayectoria, la industria agrícola estadounidense debe mantener su ventaja competitiva frente al fuerte desafío chino por el dominio agrícola.
Los líderes chinos, muchos de los cuales fueron testigos de las peores hambrunas y de las mayores explosiones demográficas de la historia, tienen la modernización agrícola como uno de sus principales objetivos. Por decimocuarto año consecutivo, el «documento central número 1» de la Parte Comunista de China se centró en el sector agrícola. Con el 19% de la población mundial y sólo el 7% de sus tierras cultivadas, China necesita aumentar la cantidad y la calidad de su producción agrícola para alimentarse y competir con Estados Unidos en la alimentación de los demás. Para lograr este objetivo se necesita una tecnología agrícola avanzada. Al carecer de la capacidad para desarrollar esta tecnología en el país, China ha seguido una agresiva estrategia de inversión en el extranjero, gastando casi 100.000 millones de dólares en la última década para comprar propiedad intelectual extranjera relacionada con la producción y las tecnologías agrícolas.
La mayor inversión de China hasta ahora ha sido la adquisición en 2017 del gigante agrícola suizo Syngenta por parte de la empresa estatal China National Chemical, conocida como ChemChina, por 43.000 millones de dólares. Al ser la mayor adquisición extranjera de la historia de China, la compra marca la seriedad con la que China quiere convertirse en una potencia agrícola. Con la compra de una de las «seis grandes» empresas de biotecnología agrícola, China no sólo ha adquirido una parte importante de la propiedad intelectual agrícola mundial, sino que ahora cuenta con un nuevo campeón nacional con el mandato, financiado por el Estado, de fortalecer el sector agrícola chino en relación con Estados Unidos y la Unión Europea. Las empresas agrícolas de Estados Unidos y la UE deben estar preparadas para enfrentarse a competidores chinos que cuentan con el pleno respaldo del Estado. La incapacidad de competir hará que las empresas estadounidenses y europeas sean cada vez más susceptibles de ser adquiridas por los chinos, y podría llevar a la transferencia de importante propiedad intelectual a los chinos.
Estados Unidos tiene una importante ventaja comparativa en cuanto a capacidad de investigación y desarrollo nacional, que China tardará décadas en igualar. Para mantener esa ventaja, el gobierno y el sector privado estadounidenses deben redoblar sus esfuerzos de investigación y desarrollo para desarrollar tecnologías nuevas e innovadoras. Una de las formas en que la industria puede competir es poniendo en común los recursos y mejorando la innovación mediante la consolidación. Robert Young, ex economista jefe de la Federación de la Oficina Agrícola de Estados Unidos y del Comité del Senado de Estados Unidos sobre Agricultura, Nutrición y Silvicultura, señaló recientemente cómo la combinación de empresas agrícolas con diferentes áreas de experiencia crea el potencial para mejorar los procesos de investigación y aumentar la innovación.
Dow y DuPont, dos empresas agrícolas estadounidenses líderes, completaron su fusión en septiembre de 2017. Mientras tanto, Monsanto, la otra empresa estadounidense más importante, fue rechazada en su intento de adquirir Syngenta. Ahora, la alemana Bayer AG pretende asociarse con Monsanto en un acuerdo que acaba de recibir la aprobación del Comité de Inversiones Extranjeras en Estados Unidos, el grupo interinstitucional encargado de revisar las adquisiciones de empresas nacionales por motivos de seguridad. Estos acuerdos podrían crear nuevos puestos de trabajo de investigación y desarrollo en Estados Unidos y evitar que los chinos obtengan una valiosa propiedad intelectual. Los reguladores deben evitar interponerse en el camino de los acuerdos que mejoran la capacidad de las empresas estadounidenses y de la UE para resistir la próxima ola de competencia china.
Estados Unidos debe considerar la agricultura como un área clave de oportunidades económicas, especialmente a medida que la demanda mundial de alimentos sigue aumentando. Como tal, la administración de Trump y el Departamento de Agricultura de Estados Unidos deberían tomar medidas para reforzar el sector agrícola, tanto continuando el apoyo a la innovación agrícola, como permitiendo al sector privado utilizar métodos orientados al mercado para mantenerse fuerte frente a la rivalidad china.