«El individuo se obsesionará. Dejará de ser creativo y empezará a sentirse agredido, ansioso y abrumado», dice la Dra. Kimberly Baker, que estudia los trastornos de la comunicación. En el caso del Asperger, «los individuos pueden quedarse absortos en un tema concreto. Esto puede confundirse con la creatividad que se da durante la fase de hipomanía de la persona bipolar. La gran diferencia entre el Asperger y el bipolar es la fase maníaca. Los individuos con Asperger siempre querrán hablar de su tema. Puede que no tengan esa agravación o ansiedad asociada, mientras que alguien en la etapa maníaca sí».
Debido a que es tan difícil determinar si una persona joven tiene un trastorno bipolar o el síndrome de Asperger, muchos médicos descubren que tienen que vigilar de cerca el comportamiento del niño durante un año o más para observar los signos de los ciclos emocionales. Si el niño se vuelve muy distraído, tiene problemas para hablar o controlar sus emociones, se vuelve violento o se autolesiona, la mayoría de las veces se diagnostica un trastorno bipolar. Sin embargo, primero hay que descartar la ansiedad cotidiana.
Otra preocupación es que, si el individuo es agresivo o violento, esos comportamientos deben tratarse con medicación antes de iniciar cualquier terapia.
«En los próximos años es probable que desarrollemos mejores formas de definir los problemas del estado de ánimo de los niños. No obstante, el trastorno bipolar infantil es una enfermedad real y grave que debe reconocerse y tratarse lo antes posible», afirma el Dr. Michael Miller, redactor jefe de Harvard Mental Health Letter
Se calcula que aproximadamente un tercio de las personas a las que se les ha diagnosticado un trastorno mental también luchan contra el abuso de sustancias. Dado que estas cosas se alimentan mutuamente, puede ser difícil separar las emociones y lo que las desencadena, lo que hace que los trastornos sean difíciles de tratar. Quienes padecen trastorno bipolar o Asperger tienden a tener problemas en entornos sociales, por lo que recurren a las drogas o al alcohol para aliviar su ansiedad. Desgraciadamente, las personas con estos trastornos tienen más riesgo de convertirse en adictos.
Para el trastorno bipolar, el tratamiento más recomendado es una combinación de medicación, asesoramiento individual y terapia de grupo.