La filial de Google Sidewalk Labs ha abandonado abruptamente su visión de transformar el paseo marítimo de Toronto en una de las primeras «ciudades inteligentes» del mundo.
En un comunicado publicado el jueves, el director general de Sidewalk Labs, Dan Doctoroff, dijo que las imprevisiones sostenidas derivadas de la pandemia de coronavirus significaban que el proyecto ya no era viable.
«Como la incertidumbre económica sin precedentes se ha instalado en todo el mundo y en el mercado inmobiliario de Toronto, se ha vuelto demasiado difícil hacer que el proyecto de 12 acres sea financieramente viable sin sacrificar partes centrales del plan que habíamos desarrollado», escribió.
El repentino fin del proyecto de Quayside supone una sorprendente caída en la visión defendida por el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, y Eric Schmidt, de Google, de una comunidad construida «desde Internet».
Doctoroff, no obstante, elogió a Toronto como «uno de los grandes centros de innovación tecnológica del mundo» y dijo que la decisión llegaba con «gran tristeza y decepción personal». Como muestra de su compromiso con el proyecto, Sidewalk Labs ha establecido una oficina en la ciudad, así como un equipo formado por planificadores urbanos y expertos en relaciones públicas, dijo.
El proyecto, que se había convertido en el blanco de feroces críticas por parte de los defensores de la privacidad, preveía una ciudad que fuera «fundamentalmente una comunidad más sostenible y asequible resultante de las innovaciones en tecnología y diseño urbano», dijo Doctoroff.
En su elegante propuesta de 2017, Sidewalk Labs pregonaba los «impermeables» para los edificios, los vehículos autónomos y las torres de madera de vanguardia para hacer más asequible la vivienda.
Pero las tensiones aumentaron rápidamente cuando Sidewalk Labs amplió sus ambiciones, presentando un plan para desarrollar 190 acres de bienes raíces de primera línea de costa, mucho más grande que los 12 acres acordados.
Cuando el proyecto sufrió retrasos y preguntas sobre los impuestos, un coro creciente de voces influyentes en la comunidad tecnológica expresó su preocupación por la ciudad inteligente propuesta.
«No importa lo que Google ofrezca, el valor para Toronto no puede acercarse al valor al que su ciudad está renunciando», escribió el capitalista de riesgo Roger McNamee en una carta al ayuntamiento de Toronto, en la que suplicaba a los funcionarios que abandonaran el proyecto. «Es una visión distópica que no tiene cabida en una sociedad democrática».
Hace dos años, Jim Balsillie, cofundador del fabricante de BlackBerry Research in Motion, calificó el proyecto de «experimento colonizador del capitalismo de la vigilancia que intenta arrasar con importantes cuestiones urbanas, cívicas y políticas».
Sidewalk Labs había dicho anteriormente que los datos recogidos no se compartirían con terceros, abogando en cambio por un «fideicomiso de datos» para proteger la información sensible.
En septiembre, Waterfront Toronto, la amalgama de representantes municipales, provinciales y federales que trabajan en el proyecto, calificó en un informe aspectos clave de la propuesta como «irrelevantes», «innecesarios» y «frustrantemente abstractos», a pesar de que ambas partes acabaron llegando a un acuerdo para seguir adelante.
El alcalde de Toronto, John Tory, dijo que aunque lamenta que Sidewalk Labs haya abandonado Quayside, la salida representa una «nueva y tremenda oportunidad» para desarrollar los antiguos terrenos industriales.
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