La hechizante historia de las cartas del tarot, desde un juego de cartas corriente hasta un ritual mágico

No hace falta tener el don de la clarividencia para hacerse una idea de la popularidad de las cartas del tarot. Durante siglos, las cartas ilustradas han cautivado a personas de todo el mundo, primero como un juego divertido y después como una tradición de adivinación.

¿Quieres saber más sobre la magia de las cartas del tarot? Aquí, echamos un vistazo más de cerca a la práctica única, incluyendo su fascinante etimología, historia hechizante, y el ritual contemporáneo.

Etimología

El término tarot deriva de tarocchi, una palabra italiana cuya raíz -taroch- se traduce como «tontería.»

La palabra taroch se utilizó en el siglo XV, cuando surgió el trionfi, un juego de 70 cartas inspirado en los festivales teatrales populares durante el Renacimiento italiano conocidos como trionfo.

Las cartas del trionfi solían presentar decoraciones doradas e ilustraciones pintadas a mano de motivos personificados y alegóricos. En el siglo XVI, «el tonto» se unió a este elenco de personajes, y el juego trionfi pasó a conocerse como tarocho en Italia y taraux -un término que acabó evolucionando hasta el tarot- en Francia.

Evolución encantadora

Diversión y juegos

Cuando las cartas trionfi surgieron en Italia, se utilizaban únicamente como entretenimiento. Cada baraja presentaba cuatro palos -espadas, bastones, monedas y copas-, así como triunfos, cartas que superaban a todas las demás. Los motivos de los triunfos variaban de una baraja a otra, siendo los temas clásicos los más populares.

La primera visión conocida de las reglas del juego se encuentra en un manuscrito de principios del siglo XV. Escrito por Martiano da Tortona, canciller y secretario del duque milanés Filippo Maria Visconti, este texto describe una baraja con 60 cartas: 44 con imágenes de aves (el águila, la tórtola, la paloma y el fénix), y 16 adornadas con retratos de dioses romanos (Júpiter, Apolo, Mercurio, Hércules, Juno, Neptuno, Marte, Eolo, Palas, Diana, Vesta, Dafne, Venus, Baco, Ceres y Cupido). Como Tortona señaló que «cada uno de los dioses, sin embargo, está por encima de todos los órdenes de pájaros y de los rangos de reyes», está clarísimo que estas 16 cartas son los triunfos.

Con el mazo, los jugadores realizarían una serie de bazas, o rondas, en las que se reparte una carta. A continuación, los jugadores ofrecerían una carta del mismo palo o un triunfo, tal y como describe Tortona: «Pero los dioses se atienen a esta ley entre ellos: que quien sea el primero designado abajo, debe llevar a todos los demás que le siguen en secuencia». Al final de cada baza, se contaban los puntos en función del valor designado de las cartas jugadas.

Aunque el número, la estética y la clasificación de las cartas pueden variar de una baraja a otra (algo que ha estado en vigor desde la época de Tortona), estas reglas siguen vigentes hoy en día -aunque, en el siglo XVIII, las cartas adquirieron una vida oculta propia.

Transformación mágica

Según un manuscrito escrito por una fuente desconocida en 1750, el Tarocco Boloñés de 62 cartas del siglo XV fue uno de los primeros mazos que se utilizaron como medio de adivinación. En la década de 1780, la gente en Francia también asignaba significados divinos a sus barajas, sobre todo con el Tarot de Marsella, que entonces era la baraja más popular del país.

Este movimiento fue liderado por el ocultista francés Jean-Baptiste Alliette, o Etteilla, cuyo libro Etteilla, ou manière de se récréer avec un jeu de cartes («Etteilla, o una manera de entretenerse con una baraja de cartas») vinculaba de forma poco fiable el tarot con antiguos textos egipcios.

En 1789, Alliette produjo una nueva baraja de cartas de tarot destinada únicamente a un uso sobrenatural. Esta baraja consta de 78 cartas organizadas en dos categorías: los Arcanos Mayores y los Arcanos Menores.

Los Arcanos Mayores incluyen 22 cartas, cada una de las cuales denota una figura alegórica (El Mago, La Suma Sacerdotisa, La Emperatriz, El Emperador, El Hierofante o Papa, El Ermitaño, El Ahorcado, Los Amantes, El Diablo y El Loco) o la personificación de un objeto (La Rueda de la Fortuna, El Carro, La Torre, La Estrella, La Luna, El Sol y El Mundo) o un concepto abstracto (La Fuerza, La Justicia, El Juicio, La Templanza y La Muerte). Se cree que estas cartas contienen los «grandes secretos» de la autoconciencia espiritual.

Los Arcanos Mayores presentan cuatro palos (el palo de espadas, el palo de bastones, el palo de monedas y el palo de copas) de 14 cartas cada uno. Cada palo, a su vez, comprende diez cartas numeradas y cuatro cartas de la corte: el Rey, la Reina, el Caballero y la Jota. Se cree que estas cartas contienen los «pequeños secretos» de la vida cotidiana.

A principios del siglo XX, las cartas del tarot -en particular el Tarot de Marsella- estaban tan relacionadas con el ocultismo que se creó el Tarot Nouveau, una baraja que se utilizaba únicamente para jugar y no para predecir.

Lectura de las cartas del tarot

Hoy en día, el tarot sigue sirviendo tanto como un juego de cartas ordinario como un ritual oculto. Aunque hay muchas formas de «leer» las cartas del tarot para adivinar la fortuna, un enfoque común es la tirada de tres cartas.

Hay numerosas variaciones de este método, incluyendo una técnica fácil que ayuda a desvelar y explicar tu pasado, presente y futuro.

¿Quieres probarlo? Sigue estos sencillos pasos:

1. Comienza barajando la baraja. (Amazon tiene una completa selección de barajas de Tarot.)
2. Apila la baraja.
3. Coge las tres cartas superiores.
4. Colócalas en una fila.
5. Lee las cartas de izquierda a derecha, utilizando los significados de las cartas para revelar «secretos» sobre tu pasado, presente y futuro.

En definitiva, tanto si quieres iniciarte en el tarot como afición mística o como medio para divertirte de forma supersticiosa, ¡deja que este poco de historia y el rápido ritual contemporáneo sean tus guías!

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