En nuestro mundo de cambio exponencial y complejidad cada vez mayor, el poder reside en aquellos que actúan, y especialmente en aquellos que actúan con autodeterminación y persistencia.
Nuestra motivación es nuestro bien más valioso. Multiplicado sólo por la acción, su valor fluctúa en función de cómo invirtamos nuestra atención.
¿Por qué todos nacemos con un potencial ilimitado y, sin embargo, son pocas las personas que cumplen esas posibilidades?
Abraham Maslow
Algunos de nuestros motivos para actuar son biológicos, mientras que otros tienen un origen personal y social. Estamos motivados para buscar comida, agua y sexo, pero nuestro comportamiento también está influenciado por la aprobación social, la aceptación, la necesidad de alcanzar logros y la motivación para asumir o evitar riesgos, por nombrar algunos (Morsella, Bargh, & Gollwitzer, 2009).
Este artículo presenta algunos de los conceptos centrales de la ciencia de la motivación y proporciona enlaces a discusiones más profundas sobre temas más matizados y aplicaciones específicas de las teorías motivacionales a los problemas motivacionales del mundo real.
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Tipos de motivación
Las fuentes de motivación pueden experimentarse como internas en forma de motivación de empuje o externas como en el caso de la motivación de atracción. La motivación de empuje se describe en términos de variables biológicas que se originan en el cerebro y el sistema nervioso de una persona y de variables psicológicas que representan propiedades de la mente de una persona, como las necesidades psicológicas.
La motivación de atracción se entiende en términos de variables ambientales que describen las fuentes externas de motivación, como los incentivos o los objetivos. Nuestras fuentes internas de motivación interactúan con las fuentes externas para dirigir el comportamiento (Deckers, 2014).
Nunca es demasiado tarde para ser lo que podrías haber sido.
George Eliot
Nuestra historia evolutiva también explica aspectos del comportamiento motivado, y nuestras historias personales individuales arrojan luz sobre cómo nuestras experiencias de toda la vida dan forma a nuestros motivos y determinan la utilidad de los objetivos e incentivos.
La motivación también depende de diferencias individuales estables, como los rasgos de personalidad y las necesidades psicológicas. Por último, las emociones también sirven como motivos. Cada una de estas fuentes de motivación se analiza con mayor detalle a continuación, así como otros artículos sobre este tema que se pueden encontrar escribiendo motivación en el menú de búsqueda de nuestro blog.
Motivación de la unidad
Cuando el sistema nervioso simpático produce hormonas de epinefrina y norepinefrina, crean energía para la acción. Esto explica por qué la motivación se conceptualiza a menudo en términos de impulsos, también conocidos como estados internos de desequilibrio. La necesidad de volver al equilibrio inicia el objetivo de esforzarse hacia un estado final deseado en el que el impulso se ha reducido o eliminado (Reeve, 2018).
Las necesidades son motivos internos que energizan, dirigen y sostienen el comportamiento. Generan afanes necesarios para el mantenimiento de la vida, como en las necesidades fisiológicas, y para la promoción del crecimiento y el bienestar, como en las necesidades psicológicas e implícitas.
Un estómago hambriento no permitirá que su dueño lo olvide, sean cuales sean sus preocupaciones y penas.
Homer, 800 a.C.
Las necesidades fisiológicas como el hambre, la sed o el sexo son los inicios biológicos que finalmente se manifiestan como un impulso psicológico en la conciencia subjetiva de la persona. Estos hechos biológicos se convierten en motivos psicológicos. Es importante distinguir la necesidad fisiológica del impulso psicológico que crea porque sólo este último tiene propiedades motivacionales.
La teoría del impulso de la motivación nos dice que las necesidades fisiológicas se originan en nuestro cuerpo. A medida que nuestro sistema fisiológico intenta mantener la salud, registra en nuestro cerebro un impulso psicológico para satisfacer un anhelo fisiológico y nos motiva a llevar el sistema desde la deficiencia hacia la homeostasis (Reeve, 2018).
La necesidad biológica se convierte en un motivo psicológico cuando el impulso para satisfacerla interfiere con nuestro funcionamiento normal haciendo que sintamos una tensión creciente hasta que la necesidad se satisfaga.
Cuando nuestro cuerpo necesita comida, lo describimos como punzadas de hambre, decimos que nos sentimos resecos cuando tenemos sed, o frustrados sexualmente cuando nuestras necesidades de intimidad no se satisfacen. A través de una compleja retroalimentación entre nuestro cuerpo y nuestro cerebro, estas necesidades biológicas evolucionaron para nuestra supervivencia e impulsan nuestro comportamiento de maneras significativas, que a menudo subestimamos (Reeve, 2018).
Si quieres saber más sobre este tema, consulta nuestros artículos sobre Ciencia de la Motivación y Teoría de la Motivación.
Motivación por metas
Cuando se habla de motivación, inevitablemente surge el tema de las metas. Como evento mental cognitivo, una meta es un «resorte a la acción» que funciona como una fuerza en movimiento que energiza y dirige nuestro comportamiento de manera intencional (Ames & Ames, 1984).
Las metas, al igual que la mentalidad, las creencias, las expectativas o el autoconcepto, son fuentes de motivos internos y se denominan en conjunto cognición. Estas fuentes cognitivas de motivación implican nuestra forma de pensar y reúnen muchos constructos mentales que nos impulsan a la acción.
Los objetivos se generan por lo que NO es, o sea, por una discrepancia entre donde estamos y donde queremos estar. El dicho; «Si no sabes a dónde vas, cualquier camino te llevará allí» describe la diferencia en el comportamiento motivado entre aquellos que tienen metas y aquellos que no enfocan su atención hacia un resultado definido (Locke, 1996; Locke & Latham, 1990, 2002).
Pero no es necesariamente esclarecedor formular simplemente metas. Como construcción motivacional, el establecimiento de metas se traduce en rendimiento sólo cuando las metas son desafiantes, específicas y congruentes con el yo.
Ejercemos más esfuerzo hacia las metas desafiantes (Locke & Latham, 1984, 1990, 2002), centramos nuestra atención en la medida de su especificidad (Locke, Chah, Harrison, & Lustgarten, 1989), y sacamos energía de cómo esas metas reflejan nuestros valores (Sheldon & Elliot, 1999).
La motivación en su mejor momento es espontánea y hace de la búsqueda de metas una forma de ser en la que la autoconcordancia allana el camino para el uso estratégico de la atención dirigida al objetivo final (Koestner et al., 2008).
Pero no nos dejemos llevar, otros factores como la capacidad y los recursos también influyen en el rendimiento, y no existe una correspondencia directa entre las metas y el rendimiento.
Cuando las metas difíciles no dan energía al ejecutante, las metas específicas no dirigen esa energía hacia un curso de acción concreto y las metas concordantes no mejoran el rendimiento (Earley, Wojnaroski, & Prest, 1987; Sheldon & Elliot, 1999) es hora de ocuparse de lo básico y aumentar la capacidad y los recursos.
Motivación y emoción
El concepto de motivación está estrechamente relacionado con la emoción. Ambas palabras derivan de la misma raíz latina subyacente movere que significa «moverse».
Las emociones se consideran estados motivacionales porque generan estallidos de energía que captan nuestra atención y provocan nuestras reacciones ante acontecimientos significativos de nuestra vida (Izard, 1993). Las emociones sincronizan automática y rápidamente cuatro aspectos interrelacionados de la experiencia:
- Sentimientos
- Ausos
- Finalidad
- Expresión
Las diferentes emociones se asocian con objetivos distintos y provocan diferentes tendencias de acción. El componente de propósito confiere a la emoción su carácter de objetivo y genera un impulso a la acción que explica por qué emprendemos la acción necesaria para hacer frente a las circunstancias que nos rodean (Keltner & Gross, 1999).
Junto con la emoción, la motivación forma parte de un fenómeno psicológico central denominado afecto. Se distingue de los procesos cognitivos que son racionales y tranquilos porque la motivación y la emoción implican una excitación fisiológica.
Esta respuesta corporal, creada por el sistema nervioso simpático, hace que nuestro corazón bombee más sangre, que nuestra respiración aumente, que nuestras pupilas se dilaten para ayudarnos a ver mejor, que nuestro hígado ponga más azúcar en el torrente sanguíneo y que empecemos a transpirar para enfriar el cuerpo (Reeve, 2018).
Sentimos estas experiencias, y motivan y guían nuestro comportamiento y toma de decisiones, pero lo más importante es que tienen un impacto significativo en nuestra salud mental y física. Vea nuestro artículo sobre la importancia y los beneficios de la motivación.
Motivación y personalidad
¿Está la personalidad vinculada a la motivación? ¿Estamos predispuestos a estar motivados de diferentes maneras?
La teoría de la personalidad y la investigación muestran que, de hecho, estamos motivados de diferentes maneras en función de nuestros rasgos de personalidad. Un nivel elevado de un rasgo concreto suele hacernos actuar como el rasgo implica: seremos más abiertos a la experiencia, concienzudos, extravertidos, agradables y neuróticos. Estaremos motivados por diferentes incentivos, objetivos y actividades, pero también elegiremos estar en diferentes situaciones.
La tarea de la psicología es determinar cuáles son esas situaciones y comportamientos.
Los estudios de correlación rasgo-entorno muestran que si mostramos características en un extremo de una dimensión de la personalidad buscaremos, crearemos o modificaremos situaciones de forma diferente a como lo hacen los individuos en el otro extremo del espectro.
Además de cada uno de los cinco grandes rasgos de personalidad, nuestra tendencia a la búsqueda de sensaciones juega un papel importante en lo dispuestos que estamos a correr riesgos para experimentar sensaciones y experiencias variadas, novedosas, complejas e intensas (Deckers, 2014).
La teoría de los cinco grandes cibernéticos vinculó los rasgos de personalidad con el tipo de metas que elegimos, y mostró que las metas específicas motivarían conductas de estado de personalidad apropiadas que son efectivas para lograr esa meta. Por ejemplo, aunque los extravertidos y los introvertidos reaccionan de forma similar a los estímulos diseñados para ponerlos en un estado de ánimo hedónico agradable, los extravertidos tienen una mayor sensibilidad a las recompensas. Reaccionan con mayor excitación energética en respuesta a la búsqueda de recompensas y son más propensos que los introvertidos a buscar la estimulación social en una variedad de situaciones (Deckers, 2014).
La hipótesis de la canalización examina cómo los rasgos específicos determinan la forma en que se expresan y satisfacen los motivos psicológicos y cómo reaccionamos y seleccionamos o modificamos diferentes situaciones. Propone que:
- los extravertidos tienden a entrar en carreras de alto impacto para satisfacer su motivo de poder y son más propensos que los introvertidos a realizar trabajos de voluntariado para satisfacer su motivo de afiliación
- los que son altos en neuroticismo son más fáciles de poner de mal humor, están menos satisfechos con sus relaciones y carreras, y son más propensos a elegir beber en soledad después de intercambios sociales negativos
- los individuos con alto grado de concienciación obtienen mejores calificaciones y son más propensos a participar en comportamientos que mejoran la salud
- las personas muy agradables son más propensas a ayudar a amigos y hermanos en apuros.
La hipótesis de selección sugiere que, con frecuencia, un compuesto de niveles de rasgos se asociará con un comportamiento particular. Muchos de estos estudios produjeron algunos resultados muy interesantes, que mostraron que:
- los estudiantes bajos en extraversión, agradabilidad y concienciación pasan más tiempo usando Internet
- los individuos altos en apertura a la experiencia buscaron más el contacto con las minorías y reportaron menos prejuicios como resultado que los individuos altos en agradabilidad
- la felicidad se asoció con altos niveles de extraversión y agradabilidad y bajos niveles de neuroticismo (Deckers, 2014).
También se demostró que los estilos de afrontamiento varían con los rasgos de personalidad:
- Los que tienen un alto grado de concienciación experimentan menos estresores debido a la planificación
- Los individuos con alto grado de agradabilidad experimentan menos estresores interpersonales porque son más cooperativos
- Los que tienen un alto grado de neuroticismo experimentan más estresores interpersonales
- Los individuos con alto grado de concienciación, extraversión y apertura a la experiencia afrontan los factores estresantes a través de la implicación directa
- los que tienen un alto grado de neuroticismo afrontan los factores estresantes a través de la desvinculación, por ejemplo, escapando del factor estresante o no pensando en él
- el aumento de peso a lo largo de la vida de las personas es más significativo cuando sus rasgos de neuroticismo y extraversión son altos, y su rasgo de consciencia es bajo
- Los aspectos de baja agradabilidad también contribuyen al aumento de peso
- Los que buscan mucho la sensación responden positivamente a los eventos de riesgo, a las drogas y a las experiencias inusuales y son más propensos a buscar y practicar deportes de riesgo, prefieren estímulos y situaciones inusuales, y experimentan con cosas fuera de lo común
- los buscadores de sensaciones bajas responden negativamente a eventos de riesgo
- diferentes componentes de la búsqueda de sensaciones se asocian con una preferencia por el humor sin sentido o el contenido de humor sexual (Deckers, 2014).
Por último, un estudio mostró que los rasgos de personalidad de concienciación, apertura y extraversión se asociaron positivamente con la motivación intrínseca de logro. Pero también se encontró que la conciencia, la extraversión y el neuroticismo también se relacionaban positivamente con la motivación de logro extrínseca.
Aunque se encontró que la agradabilidad se asociaba negativamente con la motivación de logro extrínseca, la conciencia era anómala en el sentido de que se relacionaba positivamente tanto con la motivación intrínseca como con la extrínseca. Estos resultados sugieren que ambas formas de motivación pueden ser más complicadas de lo que se esperaba inicialmente (Stasson, Mahoney, & Story, 2007).
Vea nuestro artículo sobre la Importancia y los Beneficios de la Motivación para saber más sobre lo que constituye la automotivación y la plena autodeterminación.
Motivación para el cambio
El tema de la motivación se discute con mayor frecuencia en el contexto del cambio.
Muchos de nosotros nos apuntamos a un gimnasio o a un programa de entrenamiento; otros entramos en terapia o en coaching porque deseamos cambiar. Pero el cambio rara vez es un proceso simple o lineal. Parte de la razón tiene que ver con lo difícil que es encontrar la motivación para participar en actividades que no son intrínsecamente motivadoras.
Cuando una actividad es autotélica, o gratificante e interesante por sí misma, la hacemos por el mero hecho de disfrutarla y la motivación apenas es necesaria (Csikszentmihalyi, 1990).
Algunos cambios parecen negativos en la superficie, pero pronto te darás cuenta de que se está creando un espacio en tu vida para que surja algo nuevo.
Eckhart Tolle
Más a menudo, sin embargo, lo que queremos cambiar requiere autocontrol para abstenerse de comportamientos que no nos sirven pero que son agradables. Por no hablar de que se requiere un compromiso para llevar a cabo estas actividades, a menudo desafiantes y poco gratificantes, que nos mueven en la dirección de un resultado valorado.
Ryan y Deci, que estudiaron la autorregulación autónoma, sugirieron que lo que necesitamos es alejarnos de la acción motivada extrínsecamente, por ejemplo cuando tenemos que hacer algo porque tememos las consecuencias, y hacia la regulación introyectada e incluso totalmente autodeterminada, en la que valoramos la nueva conducta y la alineamos con otros aspectos de nuestra vida (1995).
Vea la entrada de nuestro blog titulada Qué es la motivación para saber más sobre la automotivación.
Los enfoques «basados en etapas» para los cambios de comportamiento han demostrado ser particularmente eficaces para aumentar la motivación hacia la búsqueda de objetivos difíciles y no intrínsecamente motivadores, ya que permiten expectativas realistas de progreso (Zimmerman, Olsen, & Bosworth, 2000).
El modelo de las Etapas del Cambio de Prochaska, et al. (DiClemente, & Prochaska, 1998), también conocido como el Modelo Transteórico del Cambio (TMC), es uno de estos enfoques comúnmente utilizados en los entornos clínicos. En este modelo, el cambio se considera gradual, secuencial y controlable. Sus aplicaciones en el mundo real se ven en las técnicas de entrevista motivacional, un método centrado en el cliente para facilitar el cambio.
Aquí la motivación se incrementa junto con la disposición para el cambio, que viene determinada por nuestra:
- voluntad de cambiar,
- confianza en realizar el deseo de cambiar y
- las acciones emprendidas para realizar el cambio.
Vea nuestro artículo sobre la entrevista motivacional para un análisis en profundidad de este modelo de cambio y sus muchas aplicaciones.
Maslow Motivación
El tema de la motivación se asocia más frecuentemente con el nombre de Abraham Maslow y su famosa jerarquía de necesidades (1971). Maslow sostenía que todos sabemos que debemos comer, beber y dormir, pero una vez satisfechas nuestras necesidades básicas, desarrollamos metanecesidades. Éstas reflejan nuestros valores más elevados, como la necesidad de realización espiritual y psicológica.
Maslow creía que todos los problemas psicológicos se derivaban de la falta de sentido y de la ansiedad por la no satisfacción de estas necesidades (Butler-Bowdon, 2007).
En general, creo que es justo decir que la historia de la humanidad es un registro de las formas en que la naturaleza humana se ha quedado corta. Las posibilidades más elevadas de la naturaleza humana han sido prácticamente siempre infravaloradas.
Abraham Maslow
El legado de Maslow también incluía una interesante observación de que tememos tanto lo mejor como lo peor. El Complejo de Jonás describe nuestra tendencia a evadir nuestras propias capacidades.
Observó que para algunos tener ideales y una misión en la vida es simplemente una perspectiva aterradora, ya que implica que debemos dejar de lado las excusas por no estar a la altura de nuestro potencial. En consecuencia, nos resistimos a la llamada a la grandeza y practicamos lo que Maslow denomina humildad fingida (1971).
Nos advierte de que cuando nos fijamos objetivos bajos y hacemos sólo lo necesario para ser competentes, nos disponemos a ser profundamente infelices en la vida. Cuando sus alumnos temblaban de debilidad ante la idea de llegar a ser notables, Maslow recordaba la idea de Nietzsche sobre la ley de la eterna recurrencia y sugería que si tuviéramos que vivir nuestra vida una y otra vez, sólo haríamos lo realmente importante (1971).
Más sobre Maslow y la jerarquía de necesidades en nuestro artículo sobre Teorías de la motivación.
Motivación de la felicidad
¿Puede la felicidad ser un factor de motivación? La respuesta a esta pregunta depende tanto de cómo definamos la felicidad como de a quién le preguntemos.
Gracias al rápido crecimiento de la investigación en psicología positiva, la ciencia que hay detrás de lo que hace que la vida merezca la pena, sabemos mucho sobre lo que nos hace felices y lo que nos lleva al bienestar psicológico. También hay muchas pruebas de que las experiencias subjetivas positivas contribuyen a aumentar la motivación, o al menos lo que la psicología considera una expresión de la misma.
Desde la investigación de Barbara Fredrickson sobre cómo las emociones positivas amplían nuestra percepción y aumentan el afecto positivo y el bienestar hasta los estudios de Teresa Amabile que muestran cómo los empleados felices son más productivos, podemos ver cómo cultivar el optimismo y las emociones positivas puede cumplir una función adaptativa y ser un factor de motivación distinto.
Las personas que se sienten bien o muestran un afecto positivo son más creativas, ayudan más a los demás, muestran persistencia ante el fracaso, toman decisiones de forma eficiente, muestran una alta motivación intrínseca, etc. Los estudios demuestran que el afecto positivo a corto plazo nos ayuda a tener éxito en muchas áreas de nuestra vida, incluyendo el matrimonio, la amistad, los ingresos, el trabajo y la salud (Lyubomirsky, King, & Diener, 2005).
Cuando combinamos las emociones básicas, las valoraciones cognitivas y la cognición de orden superior (por ejemplo, el autoconcepto, la emoción, el conocimiento), obtenemos lo que los psicólogos llaman esquemas de emoción, que funcionan como la fuente central de la motivación humana (Izard, 1993). Y así es como llegamos a conectar la motivación con la búsqueda de lo que hace que la vida merezca la pena.
La buena vida consiste en obtener la felicidad utilizando tus puntos fuertes característicos cada día en los principales ámbitos de la vida. La vida con sentido añade un componente más: utilizar esas mismas fortalezas para impulsar el conocimiento, el poder o la bondad.
Martin Seligman
Martin Seligman argumentó que la felicidad genuina y la satisfacción en la vida tienen poco que ver con el placer, y mucho con el desarrollo de las fortalezas personales y el carácter. Si la cognición opera al servicio de la motivación (Vohs, & Baumeister), entonces el desarrollo de las fortalezas personales y del carácter debería conducir a un aumento de la motivación.
Los estudios sobre el bienestar eudemónico, asociado a la felicidad, la excelencia y el florecimiento, describen que los comportamientos eudemónicos incluyen la excelencia, la autonomía, la autenticidad, el autodesarrollo, el compromiso y la motivación autotélica.
Cuando se habla de eudaimonía como una forma de bienestar, los conceptos recurrentes incluyen el significado, la inspiración superior, la conexión y el dominio (David, Boniwell, & Ayers, 2014), todos los atributos relacionados con los mecanismos cognitivos de la motivación.
Los mejores momentos de nuestras vidas no son los tiempos pasivos, receptivos, relajantes… los mejores momentos suelen ocurrir cuando el cuerpo o la mente de una persona se estira hasta su límite en un esfuerzo voluntario para lograr algo difícil y que vale la pena.
Mihaly Csikszentmihalyi
Estos motivos superiores y sus expresiones conductuales también pueden describirse como consecuencias de la eudaimonía. Según Haidt (2000), las experiencias elevadoras pueden motivar un comportamiento virtuoso. Seligman (2002) lo llamó un placer superior, y Maslow (1973) describió a una persona eudemónica como autónoma, que se acepta a sí misma, que se relaciona positivamente con los demás y que posee un sentido de dominio en todos los dominios de la vida (David, Boniwell, & Ayers, 2014). Y como esta descripción indica, estos individuos estarían altamente motivados.
La psicología positiva mira a una persona y se pregunta: «¿Qué podría ser?». Sin embargo, lo más importante es que la psicología positiva llama la atención sobre la construcción proactiva de fortalezas y competencias personales, y éstas no pueden ser malas para la motivación.
Un mensaje para llevar a casa
Comprender los principios de la motivación nos da la capacidad de encontrar soluciones viables a los problemas motivacionales del mundo real. Porque qué podría ser más importante que potenciar a los que nos rodean hacia una acción más intencionada, la consecución de objetivos, una experiencia óptima, un funcionamiento pleno, un desarrollo saludable y un sentido resiliente del yo.
El estudio y la aplicación de la ciencia de la motivación también puede ayudarnos a revertir o afrontar los impulsos, la experiencia habitual, el fracaso de los objetivos, el funcionamiento contraproducente, la emoción negativa, el aburrimiento, el desarrollo inadaptado o disfuncional y el frágil sentido del yo.
Si la mayor victoria es sobre el yo, ¿no deberíamos aspirar a elevarnos por encima de nuestras limitaciones?
Déjanos tu opinión sobre este tema.
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