La Orden de la Jarretera

La Muy Noble Orden de la Jarretera es una de las primeras de las numerosas órdenes de caballería fundadas durante la Edad Media en las principales cortes de Europa. Pero se distingue de sus pares por dos motivos:

Primero, por el particular prestigio que siempre ha tenido la orden, y segundo, por su supervivencia hasta nuestros días. El establecimiento de la orden estuvo inextricablemente ligado a los intereses y circunstancias políticas de su fundador, Eduardo III (1327-77).

A lo largo de la Edad Media los reyes de Inglaterra reclamaron el trono francés. Eduardo III, que desde muy joven se labró una formidable reputación como soldado, fue muy activo a la hora de hacer valer esta reivindicación y, al hacerlo, inició la larga pero intermitente hostilidad entre Inglaterra y Francia, conocida popularmente como la Guerra de los Cien Años. También compartió la extendida fascinación medieval por la figura del rey Arturo, dechado de virtudes reales y caballerescas.

En 1344 Eduardo III hizo una espectacular demostración de su interés por la leyenda artúrica durante una multitudinaria justa en Windsor. En esta ocasión prometió renovar la célebre fraternidad de caballeros del rey Arturo, la Mesa Redonda, con su dotación de 300 hombres. Incluso se iniciaron las obras de un gigantesco edificio circular de doscientos pies de ancho en el pabellón superior del castillo para albergar a la llamada Orden de la Mesa Redonda. La reanudación de la guerra con Francia intervino en este proyecto, pero en 1348 se reanudó de otra manera. Al fundar el nuevo colegio de San Jorge en Windsor, Eduardo III asoció a él un pequeño grupo de caballeros, cada uno de los cuales disponía de un puesto en la capilla. Este grupo constaba de veinticinco hombres, con el rey a la cabeza, y se denominó Orden de la Jarretera por el símbolo de la liga que llevaban sus miembros.

El uso de lo que parece -para la sensibilidad moderna- un emblema tan curioso ha dado lugar a una leyenda popular sobre la fundación de la orden. Según ésta, la condesa de Salisbury perdió su liga durante un baile de la corte en Calais y Eduardo III la recuperó, reprendiendo a quienes se habían burlado de su vergüenza con las palabras «Honi soit qui mal y pense» -vergüenza para quien piense mal de ella-. Pero esta frase, lema de la orden, se refiere en realidad a la pretensión del rey al trono de Francia, pretensión que los Caballeros de la Jarretera fueron creados para ayudar a perseguir. En cuanto al emblema de la Jarretera, puede derivar, quizá de forma menos interesante, de las correas utilizadas para sujetar las placas de la armadura.

Desde el principio, la Orden, con sus veintiséis llamados Compañeros, se constituyó internacionalmente, lo que llevó a distinguir entre los Caballeros Sujetos, que eran súbditos de la Corona inglesa, y los Caballeros Extranjeros. Las mujeres también se asociaron a la Orden en la Edad Media y se les entregaron sus ropajes, aunque no se contaron como Compañeras. Esta asociación cesó en el reinado de Enrique VII (1485-1509), pero se reavivó en 1901, cuando el rey Eduardo VII nombró a la reina Alexandra dama de la Orden de la Jarretera. La primera mujer en ser nombrada Compañera de la Orden fue Lavinia, Duquesa de Norfolk, en 1990.

Además de los veintiséis Compañeros, desde el reinado de Jorge III se han hecho varios nombramientos supernumerarios en la Orden, todos ellos miembros inmediatos de la familia real. Desde 1813 todos los Caballeros Extranjeros han sido también nombramientos supernumerarios.

Como parte del colegio de San Jorge, Eduardo III estableció una comunidad de veintiséis veteranos militares empobrecidos llamados Caballeros Pobres. Esta comunidad de bedesmen, que recibía comida y alojamiento del colegio, estaba encargada de rezar por el rey y los caballeros de la Orden. Pero, por falta de fondos, se nombraron pocos Caballeros Pobres y, en consecuencia, Isabel I reconstituyó su comunidad. Siguiendo los deseos de su padre, Enrique VIII, redujo el número de Caballeros Pobres a trece y dotó adecuadamente esta ala de la fundación. En 1834 los miembros de este cuerpo pasaron a llamarse Caballeros Militares.

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