Las 8 claves para resolver los conflictos familiares

Hacer que el divorcio funcione: 8 claves esenciales para resolver los conflictos y reconstruir tu vida (Penguin/Perigee 2010) extractos

Las 8 claves para resolver los conflictos familiares:
1. Sea duro con el problema, no con las personas.
2. Entienda que reconocer y escuchar no es lo mismo que obedecer.
3. Utilice frases con «yo».
4. Dé el beneficio de la duda.
5. Tenga conversaciones incómodas en tiempo real.
6. Mantenga la conversación. La vida es un diálogo.
7. Pregúntate «¿Prefiero ser feliz o tener razón?»
8. Sé fácil de hablar.

Clave 1: Sé duro con el problema, no con las personas.
Cambia la naturaleza de la pelea y cambiarás la dinámica. Deja de tirar piedras en las discusiones. Utilizar la culpa, la vergüenza o el sentimiento de culpabilidad para conseguir que su cónyuge haga algo será menos eficaz a medida que la relación se acabe, porque cada uno de ustedes dejará de hacer las pequeñas concesiones que antes hacían por el otro en la relación. En su lugar, aborda el problema en lugar de culpar a tu cónyuge. Por ejemplo, «Vender o no nuestra casa es una decisión difícil; ambos tenemos mucho trabajo que hacer, y me gustaría trabajar juntos para resolverlo» funciona mucho mejor que «Si hubieras ganado más dinero mientras estábamos casados, no tendríamos que pensar en vender nuestra casa».
Si no mantiene el problema separado de su relación, se arriesga a que el conflicto se apodere de su vida (especialmente después de su divorcio). Cuando dos personas que son partes interesadas en una relación están en desacuerdo, a veces dicen y hacen todo tipo de cosas irracionales, proyectan, niegan y cambian la culpa.

Todo este drama no tiene nada que ver con la solución de su problema. Pero hay cosas que puedes hacer para centrarte con fuerza en el problema, no en la persona. El objetivo es trabajar con su cónyuge, en lugar de ser adversario.

  • Muérdase la lengua. Piensa antes de responder. Esos pocos segundos de morderse la lengua pueden ahorrarle muchos problemas a largo plazo.
    Recuerde que su problema es mutuo. Necesita a su cónyuge para resolver el problema y llegar a un acuerdo. Atraparás más moscas con miel que con vinagre.
    Se necesitan dos para tener una discusión. Si se niega a morder el anzuelo de una pelea, ésta no se producirá.
    Enmarque su problema como un problema mutuo y utilice el lenguaje «nosotros». «Tenemos que decidir qué hacer con la deuda de la tarjeta de crédito» tiene una acogida diferente a la de «Tienes que ocuparte de la deuda de la tarjeta de crédito o nunca llegaremos a un acuerdo».
    Piensa en la situación desde el punto de vista de tu cónyuge, incluso si crees que está equivocado. Recuerde que necesita a esta persona para firmar su acuerdo. Si sólo piensas en tu propia perspectiva, nunca conseguirás una resolución.
    No interpretes lo que ocurre basándote sólo en tus miedos. Resiste el impulso de convertir todo en una catástrofe. Lo superarás.
    No culpes. La culpa no te lleva a ninguna parte, y menos ahora.
    Deja que tu cónyuge se desahogue y no te lo tomes como algo personal. No todo es una invitación a pelear, y aunque lo sea, tú no vas a ir a esa fiesta.
    Escucha. Reconozca los sentimientos de su cónyuge sin ser condescendiente.
    Sea directo; no juegue. Tenga claras sus propias prioridades.

Aunque muchos de estos puntos son de sentido común, cuando la relación se enreda en el problema, las cosas pueden volverse volátiles rápidamente y el sentido común se pierde. Cuando eres duro con la gente, ya no están abiertos y disponibles para ayudarte con el problema. Acabas teniendo un problema más una discusión que resolver. Cuando su cónyuge sepa que está a salvo de que se le culpe automáticamente de una situación, podrá pensar estratégicamente en lugar de a la defensiva. Podrá trabajar de forma cooperativa y colaborativa en lugar de estar enfrentados.

Clave 4: Dar el beneficio de la duda.
Antes, durante y después de su divorcio, va a tener muchas oportunidades para poner a prueba su capacidad de dar a su cónyuge el beneficio de la duda.
He aquí un ejemplo: Su cónyuge llega tarde a una reunión con el banco para ver si puede refinanciar su casa. Su primera inclinación es tomárselo como algo personal. «¡Cómo se atreve a llegar tarde otra vez! Lo hace sólo para volverme loco». Pero también hay otras miles de explicaciones plausibles que no tienen nada que ver contigo: la cola del supermercado era larga y la cajera era nueva; el hámster se salió de la jaula y había que encontrarlo antes de salir de casa; llegó una llamada importante de un familiar en un momento inoportuno y no tuvo el valor de decirle a la persona que llamaba que se tapara.
Quizá estas explicaciones sean ciertas y quizá no. Si no se trata de un comportamiento habitual, encuentra dentro de ti la posibilidad de extender el beneficio de la duda. Si es sólo de vez en cuando, al final es más fácil para todos no tomárselo como algo personal. Su presión arterial se lo agradecerá.
Cada vez que se sienta frustrado, molesto o ligeramente irritado, recuerde que su cónyuge es humano y usted también. Todos tenemos nuestros días malos. Además, es posible que un día sea usted quien pida el beneficio de la duda, y eso ayuda a devolverlo.
Ofrecer el beneficio de la duda le ayuda a practicar el ver lo mejor de su cónyuge. Quizás hace tiempo que no lo ves. Tal vez sea porque has estado buscando lo peor. Tanto tú como tu cónyuge son buenas personas que están pasando por un momento muy difícil en este momento. Permita que su cónyuge salve la cara, y cuando le toque a usted pedir el mismo favor, será una petición más fácil de cumplir.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.