Por Debora Mackenzie
Se ha llamado el «gen del guerrero»: una mutación que parece hacer a las personas más agresivas. Ahora, los investigadores informan de que las personas con este gen pueden no ser agresivas, sino mejores para detectar sus propios intereses.
Investigaciones anteriores han descubierto que las personas con MAOA-L, un gen que controla las sustancias químicas de señalización en el cerebro, pueden ser más agresivas. Pero existe una enorme controversia al respecto, ya que los efectos del gen parecen variar con los antecedentes de las personas.
Cary Frydman y sus colegas del Instituto Tecnológico de California en Pasadena han descubierto ahora que las personas con MAOA-L «simplemente toman mejores decisiones», dice Frydman. «Esto no es lo mismo que la agresividad».
Subiendo la apuesta
Las variantes del gen MAOA producen menos o más cantidad de una enzima que degrada varias sustancias químicas de señalización, conocidas como neurotransmisores. Las personas con MAOA-L, que produce menos cantidad de la enzima, a veces muestran más agresividad o impulsividad, pero no siempre.
Publicidad
Para intentar diseccionar estas diferencias, Frydman dio a 83 voluntarios varones 140 opciones hipotéticas. Con 3 minutos para cada elección, los hombres tenían que decidir si preferían algo seguro, por ejemplo que les dieran &dólares;2, o una opción arriesgada, por ejemplo una probabilidad de 50&colones;50 de ganar &dólares;10 o de perder &dólares;5.
Investigaciones anteriores han demostrado que estas elecciones pueden utilizarse para revelar la aversión general de cada persona al riesgo. El equipo descubrió que esto no difería en las personas con o sin MAOA-L.
Pero el cálculo también les permitió observar con qué frecuencia cada persona tomaba la opción arriesgada que también les haría el mayor bien. En todos los niveles de aversión al riesgo de los participantes, «los portadores de MAOA-L eran mejores a la hora de elegir lo que -para ellos- era la opción más beneficiosa».
Los resultados coinciden con investigaciones anteriores, dice Frydman, pero su equipo pudo distinguir por primera vez entre los dos componentes de cada decisión: decidir cuánto valía cada opción , y luego compararlos. Los portadores de MAOA-L eran mejores en la segunda parte.
Poner atención
Esta ventaja puede parecer agresividad o impulsividad en algunas situaciones, pero puede reflejar simplemente una atención más centrada, piensa Frydman. «Si dos jugadores están contando cartas, y uno hace muchas apuestas, puede parecer que es más agresivo o impulsivo. Pero no se sabe qué cartas está contando: puede que sólo esté respondiendo a las buenas oportunidades.»
«Los estudios anteriores que han asociado el MAOA-L con la agresividad o la impulsividad podrían tener que interpretarse con cuidado», dice Antonio Rangel, que dirige el laboratorio donde trabaja Frydman. «La pregunta clave es si, en el contexto de la vida de los sujetos, esas decisiones eran óptimas o no».
En un estudio publicado el año pasado, Dominic Johnson, de la Universidad de Edimburgo (Reino Unido), descubrió que los portadores de MAOA-L eran más agresivos, pero sólo después de una gran provocación y sin aparente impulsividad. «Eso podría explicarse con este nuevo trabajo», dice, porque sus sujetos parecían actuar por interés estratégico, lo mismo que los portadores de MAOA-L de Frydman. Esto también sugiere cómo este comportamiento -y el gen que lo moldea- podría ser seleccionado por la evolución.
Las implicaciones van más allá del llamado «gen guerrero». Según Frydman, a medida que la secuenciación de genes se abarate, habrá más esfuerzos por relacionar los genes con el comportamiento. Para hacerlo con precisión, los investigadores tendrán que definir los componentes del comportamiento con tanto cuidado como el ADN.