«Aquel día Labán quitó los machos cabríos rayados y manchados, y todas las cabras moteadas y manchadas, todo lo que tenía de blanco, y todo cordero negro, y los puso a cargo de sus hijos» (Génesis 30:35).
– Génesis 30:25-36
Inmediatamente después del nacimiento de José, la atención de Jacob vuelve a su tierra natal. Al ver que Dios ha empezado a cumplir su promesa de multiplicarlo, el hijo de Isaac confía más en que el Señor empezará a poner Canaán en sus manos (Génesis 28:10-17). Por eso Jacob habla de la tierra de forma posesiva -es «su tierra» («mi», ya que habla en primera persona)- cuando pide a Labán que lo envíe (30:25-26).
La interacción de Jacob con Labán al principio del pasaje de hoy debe entenderse como una petición para que su suegro lo envíe con algunas provisiones materiales, así como con sus esposas e hijos. «Tú sabes el servicio que te he prestado», es la forma en que Jacob llama la atención sobre la forma en que ha beneficiado a Labán (v. 26). Es como si dijera: «Mira Labán, está claro que he ido más allá del deber. ¿Qué vas a darme ahora como recompensa?»
Labán no teme admitir que su riqueza ha aumentado gracias al sabio pastoreo de Jacob (vv. 27, 30). Aunque Labán se ha dedicado a la práctica prohibida de la adivinación, Dios ha anulado su superstición (véase también 1 Sam. 28), permitiéndole ver cómo la providencia divina lo ha bendecido. Sin embargo, su oferta, aparentemente generosa, de que Jacob le ponga nombre a su salario no es una oferta de regalo a su yerno (Gn. 30:28). Ocultando su intención con un discurso cortés (como es habitual en muchas culturas), Labán quiere decir en realidad: «He cumplido mi trato de darte mis hijas por tus catorce años de servicio (29:21-30). Si quieres algo más, debes trabajar por ello».
Jacob se da cuenta de lo que dice Labán y astutamente hace una oferta que su suegro no puede resistir. El rebaño de Labán habría consistido principalmente en ovejas blancas puras y cabras de colores sólidos; habría pocos corderos negros o cabras moteadas. Por ello, acepta de buen grado dar a Jacob estos animales a cambio de un mayor servicio (30:29-34). Labán creía que el pago sería pequeño, pero que su propia prosperidad sería grande.
En consonancia con su naturaleza engañosa, Labán elimina todos los animales de su rebaño que podrían producir rápidamente crías moteadas porque quería mantener a Jacob por más tiempo (vv. 35-36). Pero como veremos mañana, Dios le dará a este tramposo su merecido.
Coram Deo
Aunque a menudo se expresaba en el engaño, la naturaleza tenaz de Jacob era una ventaja para él. El modo en que Labán lo engañó con Raquel y Lea no fue más que un contratiempo temporal; tuvo la fortaleza de seguir adelante para conseguir lo que quería. Además, prefería trabajar para Labán antes que irse sin poder alimentar a su familia. Tal perseverancia es una marca del discipulado. Si usted está tentado a comprometer su fe, recuerde que nunca debemos rendirnos cuando buscamos las promesas de Dios.
Pasajes para estudiar más
P. 10:17
Prov. 26:4-5
Mt. 10:16
Gal. 6:9
Heb. 12:3