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Discusión

Históricamente, la celulitis disecante como entidad patológica fue descrita por primera vez por Spitz en 1903, quien la denominó «dermatits folliculais capitis et perifolliculitis conglobata». Hoffman utilizó el término «perifolliculitis capitis abscedens et suffodiens», aunque en la actualidad también se conoce como enfermedad de Hoffman.1 La celulitis disecante es propensa a aparecer en hombres afroamericanos de entre 20 y 40 años de edad.2 Es una enfermedad crónica con múltiples remisiones y recaídas. La patogénesis se describe como una hiperqueratosis folicular que conduce a la formación de tapones y a la retención de productos foliculares debido a la oclusión. Las lesiones cicatrizadas pueden conducir a la formación de queloides. Esta vía es común a todas las enfermedades de la tríada de oclusión folicular. Histológicamente, la celulitis disecante se asemeja a la hidradenitis supurativa, con lesiones tempranas caracterizadas por la infiltración con neutrófilos densos, linfocitos, histiocitos y células plasmáticas, con granulomas, cicatrización y fibrosis observados en etapas posteriores.1 En general, el diagnóstico diferencial de la celulitis disecante es amplio e incluye la tinea capitis, la pseudopelada de Brocq, el carcinoma de células escamosas, la enfermedad de Crohn metastásica y la dermatosis pustulosa erosiva del cuero cabelludo.3 La celulitis disecante, la hidradenitis supurativa y el acné conglobata se diferencian principalmente por su presentación clínica: la celulitis disecante afecta al cuero cabelludo, la hidradenitis supurativa a las regiones axilares y anogenitales, y el acné conglobata a la espalda, las nalgas y el tórax4. La enfermedad de Crohn metastásica, una entidad patológica similar, se caracteriza por granulomas no caseificantes en la piel, pero su aparición no contigua con el tracto gastrointestinal es una manifestación rara. Aunque los abscesos de la celulitis disecante son estériles, puede asociarse a una infección bacteriana secundaria. Entre los organismos notificados se incluyen especies de Pseudomonas, Staphylococcus epidermidis, Propionibacterium acnes y Prevotella intermedia.4

La celulitis disecante se ha asociado a múltiples entidades patológicas. En algunos casos, puede anunciar las manifestaciones clínicas reales de un proceso de enfermedad subyacente. Las asociaciones más conocidas son la artritis, la queratitis, el pioderma gangrenoso, el síndrome de queratitis-itiosis-sordera, los quistes pilonidales y la osteomielitis.4 Se ha documentado una rara asociación con la enfermedad de Crohn; esta conexión suele pasarse por alto al revisar las manifestaciones mucocutáneas de la enfermedad inflamatoria intestinal debido a la baja incidencia de la celulitis disecante en sí misma, así como a su curso clínico no fulminante y a la amplia gama de diagnósticos diferenciales que pueden enmascarar el diagnóstico apropiado.5,6

El tratamiento de la celulitis disecante ha cambiado significativamente en la última década. Las nuevas opciones de tratamiento incluyen antibióticos (terapia de primera línea: ciprofloxacina, clindamicina, rifampicina y trimetoprim/sulfametoxol) o inhibidores del factor de necrosis tumoral (TNF) (por ejemplo, adalimumab e infliximab). Los inhibidores del TNF también pueden utilizarse como puente a la cirugía para la celulitis disecante grave o las fístulas perianales en la enfermedad de Crohn, lo que da lugar a una curación más rápida y al retraso de la recaída cuando se utilizan después de la cirugía. Las opciones de tratamiento más antiguas eran la isotretinoína, la dapsona, la colchicina y los esteroides. Algunos clínicos prefieren utilizar los esteroides (principalmente la prednisona) como puente para el éxito de la isotretinoína u otras terapias. El sulfato de zinc también tiene beneficios documentados, pero su uso exclusivo para el tratamiento de la celulitis disecante no está bien establecido. Aunque los agentes tópicos en forma de antibióticos, isotretinoína, tacrolimus y esteroides pueden controlar en cierta medida la actividad de la enfermedad, siempre deben favorecerse los tratamientos sistémicos para obtener una mayor ventaja terapéutica. Si todas las opciones de tratamiento fallan, pueden utilizarse opciones más invasivas, como la moderna radioterapia externa, la extirpación del cuero cabelludo con injerto, el tratamiento con rayos X completos o la ablación del cuero cabelludo con dióxido de carbono. Debido a su naturaleza destructiva y a la alternativa de nuevas modalidades de tratamiento, se evitan los procedimientos invasivos.3 Curiosamente, las opciones de tratamiento de la celulitis disecante y de la enfermedad de Crohn presentan un importante solapamiento.7

La incidencia de la celulitis disecante está infradeclarada, probablemente debido a la confusión diagnóstica con otras afecciones dermatológicas. En nuestra paciente, se pasó por alto un posible diagnóstico de enfermedad de Crohn a los 21 años. La enfermedad de Crohn debe considerarse en los pacientes con celulitis disecante. Esta afección dermatológica tiene tendencia a la recidiva, y considerar una enfermedad subyacente es clave para su tratamiento adecuado. El tratamiento con anti-TNF-α puede ser beneficioso para ambas afecciones.

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