Pretor

La palabra pretor indica el hombre que ‘va delante de los demás’. Si se toma al pie de la letra, el título puede derivar del ejército; si se admite una figura retórica, puede haber sido acuñado para describir a un funcionario civil. La palabra se utilizó ciertamente para describir a los primeros cónsules.

Después de las reformas del 360, el título se utilizó para describir a un magistrado patricio que era responsable de la administración de justicia. Más tarde, también se permitió a los plebeyos ser pretor. En el año 242 se introdujo un segundo pretor, el pretor peregrinus, responsable de Italia. El primer pretor, el pretor urbanus, permaneció en Roma.

En el 227, se introdujeron dos pretores adicionales: eran responsables de las provincias de Sicilia y Cerdeña/Córcega. Tras la creación de provincias en España (Hispania Citerior y Ulterior) en el 197, el número se elevó a seis, lo que fue suficiente. Cuando se conquistaron nuevos territorios, no se nombraron nuevos pretores. En ese momento, el cargo se ocupaba durante dos años.

Los pretores eran elegidos por la Comitia centuriata, una asamblea del pueblo en la que los romanos más ricos eran mayoría. Tras la Lex Villia annalis (180), se exigía una edad mínima de 40 años. No mucho más tarde, se encomendó una nueva tarea al pretor urbanus: debía ser el presidente del tribunal que juzgaba a los gobernantes corruptos. Al mismo tiempo, los pretores provinciales desaparecieron; en su lugar, se añadieron algunas tareas financieras.

Después de Sula, el número de pretores aumentó a 8 o 10, después de César fue de 10 o 12. Bajo el imperio, fluctuó entre 10 y 18. La edad mínima se redujo a 30 años y se añadió una nueva tarea: el pretor tenía que pagar los Juegos.

Un pretor tenía seis guardaespaldas (lictores) y se le permitía llevar una toga con borde púrpura.