Aunque tu bebé no pueda hablar, es capaz de darte algunas pistas que te ayudarán a entender lo que está comunicando. Como no puede decirte exactamente lo que necesita con palabras, recurre a una serie de gemidos, llantos y gritos para llamar tu atención. Pero no todos los llantos son iguales.
Los diferentes tipos de llanto del bebé
Los bebés suelen tener diferentes llantos para expresar diferentes necesidades o emociones. Aunque es posible que tengas facilidad para descifrar el código de algunos tipos de llanto, la mayoría de los nuevos padres se benefician de un poco de orientación. Aquí tienes algunas notas de «cuna» que te ayudarán a saber lo que tu bebé puede estar diciendo (o gritando):
Tengo hambre
Escucha: Un llanto grave, rítmico y repetitivo, combinado con otras señales como buscar el pecho, un movimiento de succión con la lengua, relamerse los labios o meterse los dedos en la boca.
La solución: Responde rápidamente a los llantos de hambre para que el bebé no se altere demasiado. Si está molesto y empieza a tragar aire con la leche, puede atrapar los gases o escupir, lo que probablemente provocará más llanto.
Estoy cansado o incómodo
Escucha: Un llanto quejumbroso, nasal y continuo que va aumentando de intensidad suele ser la señal del bebé de que está harto (como en «¡Siesta, por favor!», que suele ir acompañado de bostezos, caricias en los ojos o en las orejas) o de que está incómodo por otros motivos («Necesito un pañal limpio» o «No puedo ponerme cómodo en este asiento del coche»).
La solución: Comprueba si el pañal está sucio y ayuda a tu bebé a dormir todo lo que necesita (recuerda que los recién nacidos suelen dormir más de 16 horas al día).
Ya he tenido bastante
Escucha: Prepárate para un llanto inquieto y quejumbroso. Es posible que intente girar la cabeza o el cuerpo para alejarse de vistas o sonidos demasiado estimulantes.
La solución: Cuando reconozcas este llanto, intenta alejar a tu bebé del ruido, el movimiento, la estimulación visual o lo que sea que le esté estresando. Un entorno más tranquilo, el ruido blanco de un ventilador o una aspiradora, o una grabación de sonidos de la naturaleza, como las olas del mar, pueden ayudar a relajarlo.
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Me aburro
Escucha: Este llanto comienza como un arrullo (cuando el bebé trata de conseguir una buena interacción), luego se convierte en una queja (cuando la atención que desea no llega), y luego se convierte en ráfagas de llanto indignado («¿Por qué me ignoras?»), que se alternan con gemidos («Vamos, ¿qué tiene que hacer un bebé para conseguir un abrazo por aquí?»).
La solución: Coge a tu bebé en brazos o juega con él y deberías comprobar que el llanto cesa inmediatamente.
Tengo cólicos
Escucha: Lamentos o gritos intensos, acompañados de movimientos inquietos. Los cólicos suelen producirse a última hora de la tarde o por la noche, y los episodios pueden durar horas. Suele alcanzar su punto álgido alrededor de las 6 semanas después del nacimiento y desaparece cuando el bebé tiene entre 3 y 4 meses.
La solución: Aunque es difícil calmar a un bebé con cólicos, puedes probar con posturas reconfortantes (acostarlo boca abajo sobre tu antebrazo o sobre tus rodillas, apoyando su cabeza y frotando su espalda). También puedes probar a ponerle boca arriba y empujarle las rodillas hacia el estómago durante 10 segundos, luego soltar y repetir, con la esperanza de sacarle los gases (que se cree que son una de las causas de los cólicos).
Estoy enferma
Escucha: Gemidos suaves que suenan débiles y nasales, con un tono más bajo que el llanto de «dolor» o «cansancio», como si el bebé no tuviera energía para subir el volumen. Si sospechas que tu bebé está enfermo, estate atenta a otros síntomas que justifiquen una llamada al médico, como fiebre, diarrea, estreñimiento, vómitos, sarpullidos y cualquier otra cosa que parezca fuera de lo normal en tu bebé. No hay llanto más triste que toque más la fibra sensible de los padres que éste.
La solución: Los bebés se enferman a veces, y a menudo no hay que preocuparse. Aun así, es importante confiar en tu instinto. Si te preocupa, no dudes en ponerte en contacto con el médico de tu bebé.
Ten en cuenta que tu bebé también puede llorar si tiene demasiado calor o frío, si se siente solo, si necesita un cambio de aires y quiere moverse, o si simplemente necesita «desahogarse».»
Cuando no se puede encontrar una razón para el llanto
Algunos llantos de los recién nacidos parecen no tener ninguna relación con las necesidades básicas. De hecho, entre el 80 y el 90 por ciento de los bebés tienen sesiones de llanto de entre 15 minutos y una hora que no son fáciles de explicar o descifrar.
La mayoría de estas sesiones de llanto se producen por la noche. Puede ser que éste sea el momento del día más agitado y estresante en el hogar: Todo el mundo está cansado, todo el mundo tiene hambre (y el suministro de leche de la mamá puede estar en su nivel más bajo del día), todo el mundo ha hecho, hecho, hecho, y eso va para el bebé también. O puede ser que, después de un día ajetreado en el que ha asimilado y procesado todas las imágenes, sonidos y otros estímulos de su entorno, el bebé necesite relajarse con un buen llanto. Llorar durante unos minutos puede incluso ayudarle a conciliar el sueño.
Aprender a entender los llantos del bebé
Puede parecer mucho trabajo, pero a medida que tu bebé se convierte en un comunicador más eficaz y que tú te vuelves más hábil para entenderle, llorará con menos frecuencia, durante periodos más cortos, y se consolará más fácilmente cuando llore. También aprenderás a identificar más rápidamente el significado de sus llantos. Así que no te rindas,
Mientras tanto, tener una rutina repetitiva puede ayudar. Si el día de tu bebé sigue un patrón de alimentación, un período de juego alerta y luego un período de sueño, saber en qué punto del ciclo se encuentra puede ayudarte a determinar rápidamente lo que tu pequeño necesita. Si tiene la barriga llena y el pañal vacío, puede que esté listo para una siesta, o puede que sólo necesite un abrazo.
Sobrevivir a los episodios de llanto
Puede haber momentos en los que tu bebé parezca inconsolable, especialmente si tiene cólicos. Aunque se puede afirmar sin temor a equivocarse que incluso horas de llanto diario no parecen hacer daño a un bebé, lo cierto es que dejan su huella en mamá y papá. Escuchar los lamentos de un bebé puede resultar molesto y provocar ansiedad, incluso cuando se le quiere con todo el corazón. Los estudios científicos demuestran que está relacionado con un aumento de la presión arterial, una aceleración de los latidos del corazón y cambios en el flujo sanguíneo de la piel; en otras palabras, puede pasar factura física y emocional. He aquí algunas estrategias que pueden ayudarte a sobrellevar los episodios de llanto:
- Respira profundamente. Recuérdate que los llantos no durarán siempre. Si se trata de un cólico, lo normal es que se resuelva por sí solo a los 3 meses.
- Dése un respiro. Pide ayuda a tu pareja, a un familiar o a un amigo de confianza, o contrata a alguien para que te ayude y puedas tomarte un respiro. Cuando consiga un descanso, intente desestresarse con algunas técnicas de relajación, como la meditación o el yoga, o simplemente tome un baño o una ducha caliente.
- Manténgase saludable. Asegúrate de que comes de forma saludable, haces ejercicio y duermes lo suficiente. Cuidar bien de ti misma te ayudará a cuidar mejor de tu bebé.
- Conoce tus límites. Si el llanto de tu bebé te está afectando mucho y te preocupa perder el control, deja a tu bebé en un lugar seguro, como una cuna, y vete a otra habitación para poder calmarte y ordenar tus pensamientos. Si necesitas ayuda adicional o simplemente alguien que te escuche, no dudes en buscar apoyo adicional de tu médico, un terapeuta, un grupo de apoyo o un servicio de intervención en crisis.