¿Quién fue el padre de San José'? El Nuevo Testamento parece dar dos respuestas

Eusebio (260-340 d.C.), llamado el padre de la historia de la iglesia, trata este tema en su obra clásica titulada «Historia Eclesiástica» en el libro 1 capítulo 7:

CAPITULO VII.

Sobre la discrepancia que se supone existe en los Evangelios respecto a la genealogía de Cristo.

Como la genealogía de Cristo nos es dada de manera diferente por Mateo y Lucas, y se supone que la generalidad no está de acuerdo en sus declaraciones; y como todo creyente, por falta de conocimiento de la verdad, ha sido llevado a aplicar alguna investigación para explicar los pasajes, podemos también adjuntar el relato que ha llegado hasta nosotros. Nos referimos a la historia que ha sido transmitida sobre estos pasajes por Africanus, en una epístola a Arístides, respecto a la armonía de la genealogía de los evangelios. Después de haber refutado las opiniones de otros como forzadas y ficticias, expone el relato que él mismo había comprobado, con las siguientes palabras. «Era costumbre en Israel calcular los nombres de las generaciones, bien según la naturaleza, bien según la ley; según la naturaleza, por la sucesión de la descendencia legítima; según la ley, cuando otro criaba hijos a nombre de un hermano que había muerto sin hijos. Porque como la esperanza de una resurrección no estaba todavía claramente dada, imitaron la promesa que iba a tener lugar mediante una especie de resurrección mortal, con el fin de perpetuar el nombre de la persona que había muerto. Desde entonces, hay algunos de los que se insertan en esta tabla gene- ralógica, que se suceden en el orden natural de padre e hijo, algunos de nuevo que nacieron de otros, y fueron as- cribidos a otros por su nombre, tanto los padres reales como los reputados han sido registrados. Así, ninguno de los evangelios ha hecho una declaración falsa, ya sea calculando en el orden de la naturaleza, o de acuerdo con la ley. Porque las familias descendientes de Salomón y las de Natán se mezclaron de tal manera, por las sustituciones en el lugar de los que habían muerto sin hijos, por los segundos matrimonios y el levantamiento de la semilla, que las mismas personas se consideran justamente, como en un aspecto, pertenecientes a uno de ellos, y en otro aspecto pertenecientes a otros. De ahí que, siendo verdaderos ambos relatos, es decir, el de los que fueron reputados padres y el de los que realmente lo fueron, lleguen hasta José con considerable intriga, es cierto, pero con gran exactitud. Sin embargo, para que esto resulte evidente, expondré la serie de generaciones. Si (en la genealogía de Mateo) se cuentan las generaciones desde David hasta Salomón, se encuentra que Mateo, que engendró a Jacob, el padre de José, es el tercero desde el final. Pero si, con Lucas, se cuenta desde Natán, el hijo de David, de la misma manera, Melchi, cuyo hijo fue Elí, el padre de José, se encontrará que es el tercero. Como José, entonces, es nuestro objeto propuesto, vamos a mostrar cómo sucedió que cada uno se registra como su padre; tanto Jacob, como se deduce de Salomón, y Elí de Natán; también, cómo sucedió que estos dos, Jacob y Elí, eran hermanos; y más aún, cómo los padres de estos, Matthan y Melchi, siendo de diferentes familias, se demuestra que son los abuelos de José.

Matthan y Melchi, habiéndose casado sucesivamente con la misma mujer, tuvieron hijos, que eran hermanos por la misma madre, ya que la ley no prohibía a una viuda, ya fuera por divorcio, o por la muerte de su marido, casarse de nuevo. Mat- than, por lo tanto, que remonta su linaje a Salomón, tuvo primero a Jacob, por Estha, ya que este es su nombre como se transmite por la tradición. Matan murió, y Melchi, que traza su linaje desde Natán, aunque era de la misma tribu, pero de otra familia, habiéndose casado con ella, como ya se ha dicho, tuvo un hijo Elí. Así, pues, encontraremos a los dos de diferentes familias, Jacob y Elí, hermanos por la misma madre. De ellos, el primero, Jacob, a la muerte de su hermano, se casó con su viuda y se convirtió en padre de un tercero, Jo-sef, hijo suyo por naturaleza y por cálculo. Por lo tanto, está escrito que Jacob engendró a José. Pero, según el lav/, era hijo de Elí, pues siendo Jacob su hermano, le crió descendencia. Por lo tanto, la genealogía trazada también a través de él, no será anulada, que, según Mateo, se da así – «pero Jacob engendró a José». Pero Lucas, en cambio, dice: «que era el hijo, como se suponía, (porque esto también añade,) el hijo de José, el hijo de Elí, el hijo de Melchi». Porque no era posible ex- presar la genealogía legal más claramente, de modo que omite por completo la expresión «engendró», ^ en una generación como ésta, hasta el final; habiéndola trazado hasta Adán, «que era el hijo de Dios», resuelve toda la serie remitiéndose a Dios. No se trata de una prueba, ni tampoco de una conjetura. Porque los relatos de nuestro Señor, según la carne, ya sea para mostrar su propio origen ilustre, o simplemente para mostrar el hecho, pero en cualquier caso adhiriéndose estrictamente a la verdad, también han transmitido los siguientes relatos : Que los ladrones de Idumea, al atacar Ascalón, una ciudad de Palestina, llevaron cautivo a Antípatro junto con otro botín, del templo de Apolo, que estaba construido cerca de las murallas. Era hijo de un tal Herodes, ministro del templo. Sin embargo, al no poder el sacerdote pagar el rescate por su hijo, Antípatro fue educado en las prácticas de los idumeos, y posteriormente gozó de gran favor con Hircano, el sumo sacerdote de Ju- dea. Posteriormente fue enviado por Hircano en una embajada a Pompeyo, y tras devolverle el reino, que había sido invadido por Aristóbulo, hermano de éste, el propio Antípatro tuvo la suerte de ser nombrado procurador de Palestina. Sin embargo, Antípatro fue asesinado a traición por aquellos que envidiaban su buena fortuna, y fue sucedido por su hijo Herodes. Más tarde, por un decreto del Senado, fue nombrado rey de los judíos, bajo Antonio y Augusto. Sus hijos fueron Herodes y los demás tetrarcas. Estos relatos de los judíos también coinciden con los de los griegos. Pero, como las genealogías de los hebreos se habían conservado regularmente en los archivos hasta entonces, y también las de aquellos que se remontaban hasta los antiguos prosélitos; como por ejemplo, a Achior el amonita, y a Ruth la moabita, y a los que se mezclaron con los israelitas a su salida de Egipto; y como el linaje de los israelitas no contribuía en nada a la ventaja de Herodes, éste se vio impulsado por la conciencia de su innoble extracción, y entregó todos estos registros de sus familias a las llamas. Pensando que él mismo podría ser de origen noble, por el hecho de que nadie más sería capaz de rastrear su pedigrí por los registros públicos, hasta los patriarcas o prosélitos, y hasta aquellos extranjeros que eran llamados georas.* Unos pocos, sin embargo, de los cuidadosos, ya sea recordando los nombres, o teniendo en su poder de alguna otra manera, por medio de copias, para tener registros privados propios, se glorificaron en la idea de preservar la memoria de su noble extracción. Entre ellos se encontraban las personas mencionadas anteriormente, llamadas desposyni, debido a su afinidad con la familia de nuestro Salvador. Estos, procedentes de Nazara y Cochaba, aldeas de Judea, a las otras partes del mundo, explicaron la mencionada genealogía del libro de registros diarios, tan fielmente como fue posible. Sea, pues, el asunto así o de otro modo, por lo que yo y todo juez imparcial diría, nadie podría ciertamente descubrir una interpretación más obvia. Y esto, entonces, puede ser suficiente sobre el tema; porque, aunque no sea apoyado por el testimonio, no tenemos nada que avanzar, ya sea mejor o más consistente con la verdad. El evangelio, en conjunto, afirma la verdad». Al final de la misma epístola, este escritor (Africanus) añade lo siguiente: «Matthan, cuya descendencia se remonta a Solo- mon, engendró a Jacob, Matthan muriendo, Melchi, cuyo linaje es de Nathan, al casarse con la viuda del primero, tuvo a Eli. Por lo tanto, Elí y Jacob eran hermanos de la misma madre. Muriendo Elí sin hijos, Jacob le levantó descendencia, teniendo a José, según la naturaleza que le pertenecía, pero por la ley a Elí. Así, Jo- seph era hijo de ambos». Hasta aquí Africanus; y trazado así el linaje de José, María, al mismo tiempo, en la medida de lo posible, se evidencia que es de la misma tribu, ya que, por la ley ^Mosaica, no se permitían los matrimonios entre tribus diferentes. Porque el mandato es, casarse con uno del mismo parentesco, y de la misma familia, para que la herencia no pueda ser transferida de tribu a tribu. Y esto puede ser suficiente, también, en el presente punto.

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