Recordando a Charlie Gitto, el «alcalde de la Sexta»

Jen West
Charlie Gitto, fallecido el 4 de julio, dejó una huella indeleble en el mundo de la restauración de St. Fue el verano antes de entrar en el octavo grado, y consiguió un trabajo sirviendo mesas en un restaurante de carne en la colina. No fue necesariamente la mecánica del trabajo lo que le cautivó, sino la mística que rodeaba el lugar. Cuando contaba su experiencia en ese lugar, se ponía en escena para que uno se hiciera una idea. Famosos, deportistas, un «quién es quién» de la alta sociedad de San Luis, eran habituales en el restaurante, y el maitre dirigía a su personal como un director de orquesta, haciendo que se produjera una hermosa sinfonía de magia en el restaurante. Gitto se lo tragó y supo que quería formar parte de esa escena.
Cuando contaba la historia, Gitto tenía una mirada melancólica, como si hubiera retrocedido en el tiempo para relatar esas experiencias. Pero no necesitabas que te diera los detalles de aquel trabajo para hacerte una idea de aquellos días. Lo único que había que hacer era pasarse por su restaurante Charlie Gitto’s Downtown (207 North Sixth Street, 314-436-2828) un día cualquiera y verle hacer la corte como lo hacían sus héroes del restaurante todos aquellos años.
Gitto trabajó en la sala de su restaurante en el centro de la ciudad desde su fundación en 1974 (por aquel entonces, era Pasta House; Gitto compró y rebautizó el local en 1978) casi hasta su fallecimiento el 4 de julio a los 87 años. Durante la mayor parte de esos años, el «alcalde de la calle Sexta», como se le llamaba a veces, se codeaba con los clientes -muchos de ellos famosos, figuras del deporte y personalidades de los medios de comunicación- y llegaba a conocer a casi todos los que cruzaban sus puertas para establecer una conexión personal. El comedor estaba forrado con fotos de Gitto y su impresionante clientela, pero lo que hacía que el lugar fuera tan especial es que trataba a todos como si fueran habituales.

Gitto mantuvo ese espíritu de hospitalidad, incluso en sus últimos años, desde un asiento particular en la esquina del bar. Como ya no podía trabajar en la sala, recibía a los clientes desde su posición, justo al lado de la entrada principal, de modo que podía ver a todos los que entraban sin perder de vista cada rincón del restaurante. Hasta la última persona que entraba por la puerta era saludada por Gitto, como si fuera un viejo amigo. Y muchos de ellos lo eran. Con una trayectoria tan larga en el negocio, Gitto vio crecer a los hijos de sus clientes habituales y tener sus propios hijos, recibiendo a menudo invitaciones a bodas y fiestas de cumpleaños porque era como uno más de la familia.
«Hay que tener buena comida, no me malinterpretes, pero no puedes concentrarte sólo en eso», dijo una vez Gitto. «Tienes que tener ambiente; tienes que estar con el público para que sepan que Charlie Gitto es una persona real. Cuando era más joven iba a todas las mesas y me presentaba. He conocido a miles de personas a lo largo de los años. Es ese toque personal el que hace que nos mantengamos»
Es ese toque personal el que hizo de Charlie Gitto’s algo más que un lugar para comer y de Gitto un restaurador que hizo de la escena de los restaurantes de San Luis algo más especial.
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