El Papa no llegó a aceptar la unificación de Italia y se refugió en El Vaticano dando lugar a la llamada «cuestión romana», disputa política que tuvo lugar desde el año 1861 hasta el 1929 entre el gobierno italiano y el papado. El 11 de febrero de 1929 el Papa Pío XI y Musolini firmaron el Pacto de Letrán por el que se reconocía el Estado Vaticano.
Mussolini, aliado de la Alemania nazi, había tomado Roma en 1922 y la había declarado como Imperio. Para recuperar la antigua grandeza de Roma, hizo restaurar sus principales monumentos y la convirtió en centro de la administración, con lo que su población pasó de 212.000 habitantes que tenía durante la unificación a más de un millón. (En la época del Imperio llegó a tener más de 2.000.000 de habitantes).
Durante la Segunda Guerra Mundial, Roma sufrió escasos bombardeos y apenas resultó dañada. Ninguno de los bandos en conflicto quisieron atentar contra la vida del Papa Pío XII. El 4 de junio de 1944, Roma fue tomada por los Aliados.
En 1946, mediante referéndum, se abolió la monarquía y se instauró la república.
Los años 50 y 60 son para Roma los años de la Dolce Vita. En los 80 llegó a alcanzar los 2.800.000 habitantes.
El 25 de marzo de 1957 Roma fue sede de la firma del «Tratado de Roma» por el que seis países firmaron el Tratado Constitutivo de la Comunidad Económica Europea (CEE) y el Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea de la Energía Atómica (EURATOM), lo que dio lugar al nacimiento de la Unión Europea.
La Roma del siglo XXI
Actualmente, Roma cuenta con un impresionante centro histórico que refleja su pasado. Caminando por la ciudad se pueden encontrar restos de la Roma Antigua, de la Edad Media, palacios renacentistas, plazas, fuentes e iglesias barrocas y muchos ejemplos de estilos artísticos del siglo XIX y XX.
Como capital de Italia, Roma tiene la mayor parte de los edificios políticos del país. La población ha crecido de forma exponencial y actualmente cuenta con unos 2,8 millones de habitantes.