Breathometer, una startup que saltó rápidamente a la fama debido a una aparición en Shark Tank, ha acordado un acuerdo con la Comisión Federal de Comercio en el que ofrecerá reembolsos por los dispositivos de alcoholemia conectados al móvil que la compañía vendió entre 2013 y 2015.
Los dos productos -el Original (49 dólares) y el Breeze (99 dólares)- se comercializaron como dispositivos que podían detectar el contenido de alcohol en sangre (BAC) de un usuario en un esfuerzo por evitar que condujera ebrio. (La empresa incluso colaboró con Uber para llamar a los usuarios para que los llevaran si su nivel de BAC era demasiado alto.)
Una investigación de la FTC descubrió que, a pesar de las afirmaciones de Breathometer de que vendía alcoholímetros de «grado de aplicación de la ley», la lectura de BAC de un usuario con frecuencia era incorrecta. Según la FTC, los resultados de Breathometer no solo podían ser inferiores al nivel real de alcoholemia de una persona, sino que las lecturas se veían afectadas por la humedad y la temperatura ambiente.
En 2015, la empresa anunció planes para un nuevo producto llamado Mint que mide la salud oral y la hidratación. Breathometer dice que dejó de vender sus productos de alcoholímetro a principios de 2015, antes de la denuncia de la FTC.
Sin embargo, la FTC afirma que los dispositivos todavía estaban disponibles en algunos minoristas hasta principios de 2016. En mayo de 2016, Breathometer envió una carta a los minoristas y un correo electrónico a los usuarios registrados para alertarles de las inexactitudes del dispositivo, y en octubre del año pasado la empresa desactivó por completo la función del alcoholímetro en su aplicación.
Como parte del acuerdo de la FTC, Breathometer ha acordado ofrecer reembolsos completos a todos los usuarios que lo soliciten. En total, la FTC afirma que Breathometer vendió dispositivos Original y Breeze por valor de 5,1 millones de dólares.
Mientras la FTC perseguía a Breathometer por reclamaciones de publicidad engañosa sobre la eficacia de sus productos, el director general Charles Michael Yim culpó a un «mal lote» de producto que fue resultado de un proceso de fabricación deficiente.
«Ahora estamos trabajando para asegurarnos de que las reclamaciones son lo que deben ser y para asegurarnos de que nuestra fabricación es sólida como una roca», me dijo Yim. «No contábamos con un gran fabricante y, por lo tanto, no estaban a la altura de las afirmaciones que hacíamos».
De cara al futuro, Yim dijo que la empresa va a abandonar por completo el «negocio del alcohol» y se centrará en «mayores oportunidades en el ámbito de la salud y el bienestar».
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