Timucua

Athore, hijo del rey timucano Saturiwa, mostrando a Laudonnière el monumento colocado por Ribault
de Bry, Theodor, 1591 (posiblemente basado en dibujos de Jacques le Moyne)

Los nativos de Florida

Los Timucua eran los nativos americanos que vivían en las porciones noreste y centro-norte de lo que hoy es Florida. Su nombre puede derivar de la pronunciación en español de la palabra timucua atimoqua que significa «señor» o «jefe». Los timucuas probablemente contaban con entre 200.000 y 300.000 personas organizadas en varios cacicazgos que hablaban una lengua común. Las primeras evidencias de su presencia datan de alrededor del año 3000 a.C.
Seminómadas, durante los meses templados de otoño e invierno los Timucua vivían en los bosques del interior. Aquí sembraban maíz, frijoles, calabazas, melones y diversas hortalizas de raíz como parte de su dieta, empleando la tecnología de «cortar y quemar». Se cortaban las plantas grandes y luego se limpiaban los campos con fuego. La tierra se removía y se rompía utilizando los nitratos de la ceniza como un eficaz fertizante. Los timucanos también recogían frutas y bayas silvestres y cocinaban pan con el almidón de la raíz de la planta koonti. Cultivaban tabaco y utilizaban un sistema comunal de almacenamiento de alimentos que sugería los excedentes de las cosechas. Los timucuanos también cazaban ciervos, caimanes, osos, pavos y posiblemente bisontes del este. Durante los veranos calurosos emigraban a las costas más frescas donde pescaban y recogían ostras y mariscos. La evidencia de su cultura todavía existe en los numerosos basureros de conchas, esencialmente montones de basura india, que todavía se encuentran en las zonas costeras de Florida.
Los españoles enviaron varias expediciones a través de la zona de Florida Central durante la primera mitad del siglo XVI, principalmente en busca de oro y otros recursos naturales explotables. La mayor parte de su impacto recayó sobre los timucuas. Juan Ponce de León desembarcó cerca de la actual San Agustín en 1513 reclamando todo el este de Norteamérica para la corona española y dándole el nombre de La Florida. Más tarde, en 1528, la expedición de Pánfilo de Narváez desembarcó en la bahía de Tampa y exploró la franja occidental del territorio timucua. En 1539, Hernando de Soto dirigió un ejército de más de 500 hombres en una devastadora entrada por el centro y el norte de Florida. Su ejército se apoderó de alimentos, tomó mujeres como consortes y obligó a los hombres a servir de guías y portadores. El ejército libró dos batallas con los timucuas, matando a cientos de personas. De Soto también liberó cerdos en los bosques para que sirvieran de alimento a las expediciones posteriores; éstos se aprovecharon de los recursos alimenticios tradicionales de los timucuas y, a su vez, fueron cazados por ellos, lo que cambió aún más su hábitat y su estilo de vida.
Los exploradores españoles se quedaron sorprendidos por el tamaño de los timucuas, bien construidos y con una altura de entre cuatro y seis pulgadas o más sobre ellos. Tal vez para aumentar su altura, los hombres de Timucua llevaban el pelo recogido en un moño en la parte superior de la cabeza. Todos estaban fuertemente tatuados, y tales tatuajes se obtenían por hazañas generalmente en la caza o la guerra. Estos elaborados adornos se creaban haciendo agujeros en la piel y frotando ceniza en ellos. Los Timucua eran de piel oscura y pelo negro. Llevaban ropas mínimas tejidas con musgo o confeccionadas con pieles de diversos animales.
Mucho de lo que sabemos sobre la cultura timucana temprana no proviene de los españoles sino de los franceses. En 1564, los hugonotes franceses que buscaban refugio de la persecución en Francia fundaron Fort Caroline a lo largo del río St. Johns, en la actual Jacksonville. Tras el conflicto inicial, los hugonotes establecieron relaciones amistosas con los nativos de la zona. Los bocetos y las notas sobre los timucua de Jaques le Moyne, uno de los colonos franceses, son uno de los pocos recursos primarios que tenemos sobre este pueblo.
La historia de los timucua cambió aún más drásticamente tras el establecimiento de San Agustín en 1565 como presidio español. Habiendo eliminado los asentamientos franceses, los españoles comenzaron a establecer misiones entre los cacicazgos timucanos. Los misioneros franciscanos cristianizaron e hispanizaron a los indios. Afortunadamente, gracias a su erudición, los frailes preservaron la lengua timucana, una de las pocas lenguas tribales orientales que han sobrevivido.
Para 1595, el contacto con los europeos y las enfermedades que trajeron consigo, habían diezmado a la mayoría de los timucanos. En 1700, la población timucana se había reducido a sólo 1000 personas. La colonización española, que se basaba en los matrimonios mixtos con las poblaciones locales, también absorbió a muchos de los timucanos en la cultura colonial mestiza, es decir, de «sangre mezclada»
Las incursiones británicas de principios del siglo XVIII redujeron aún más a los timucuas. Las naciones europeas rivales contaron con aliados indios para luchar en sus guerras coloniales. Las tribus aliadas de los ingleses, los creek, los catawba y los yuchi, mataron y esclavizaron a los timucua que se asociaron con los españoles. Al final de la guerra franco-india y de la adquisición de Florida por parte de Gran Bretaña en 1763, quedaban tal vez 125 personas. Este último remanente emigró con los colonos españoles a Cuba o fue absorbido por la población seminola. En la actualidad se les considera una tribu extinguida.

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