Empezó como una mota de hueso que salía a través de mi encía inferior donde residía una de mis muelas del juicio. Mi dentista lo llamó «espícula de hueso». Yo lo llamaba un grano en el culo.
Mientras este trozo de hueso muerto se abría paso desde donde había pasado los últimos 15 años sin ser tocado ni molestado, su llegada iba acompañada de un dolor que era peor que el de la extracción de la que había salido.
En un intento de disminuir el dolor, mi dentista intentó extraerlo, pero no iba a ninguna parte. Esperaba que si lo trituraba, la encía volvería a crecer sobre él, eliminando el dolor.
Después de una semana de sufrir un dolor que me imagino que acompañaría al parto, tuve suficiente. Fui al cirujano oral para que se ocupara de esto de una vez por todas.
Un par de radiografías más tarde y la única solución era ir y afeitar esta porción de hueso que no era más que pura maldad. Firmé un montón de papeles en los que se me advertía de todas las posibles complicaciones, desde la pérdida del gusto hasta la pérdida de mi virginidad.
Espícula de hueso que me estaba causando mucho dolor en la boca tras la operación de la muela del juicio.
«Qué demonios», dije. Necesito hacer esto antes de perder la cabeza.
Unos minutos más tarde estaba atado en la silla y cabeceaba mientras King of Pain de The Police salía de la radio en el fondo. Me pareció el epítome de la sincronización perfecta.
Mientras el médico y su ayudante trabajaban en mí en un estado de penumbra, podía sentir los tirones, el rechinamiento y el raspado mientras luchaban por masticar el trozo de hueso rebelde. Mientras volvía en mí, oí un «vaya, eso fue algo» pronunciado por uno de ellos.
Sí, eso FUE algo.
Todavía un poco mareado, salí del médico y me dirigí a la puerta de al lado, a Walgreens, donde esperé Vicodin y me despejé. Un par de esas píldoras mágicas me ayudaron a pasar la noche, al igual que un poco de Luigi’s Italian Ice y gelatina, que no había comido desde que, bueno, me sacaron las muelas del juicio.
Hoy, todo está bien y espero tener muchos días sin dolor.
Siempre y cuando no aparezca alguna espícula ósea que lo arruine todo.