Cómo no beber: Guía para principiantes sobre el alcohol

Beber es como un deporte. No hace falta ninguna habilidad para hacerlo mal y lo más probable es que acabes dando un espectáculo. Aunque apruebo totalmente unas cuantas cervezas frías después de un largo y duro día, beber de forma responsable es una habilidad que tendrás que adquirir bastante rápido si quieres salir adelante en las visitas misteriosas, las salidas a los pubs y las noches de fiesta de tu vida universitaria.

1. No mezcles

Si hay algo que evitará que tu cabeza palpite de camino a las clases de las 9 de la mañana es no mezclar tus bebidas. Claro, puedes conseguir 4 latas por cinco libras, unas cuantas jagerbombs por diez libras y un par de chupitos, pero también acabarás haciéndote amigo de la taza del váter. Si es inevitable mezclar, recuerda: El licor antes que la cerveza, todo limpio. La cerveza antes que el licor, te pone más enfermo.

No bebas por encima de tu peso

Como dije, beber es como un deporte y todos tenemos nuestra clase de peso; peso pesado, peso welter, peso ligero y los pesos pluma (te estoy mirando a ti Smirnoff Ice). No hay que avergonzarse de no ser capaz de aguantar lo más fuerte… Vale, quizá sí un poco, pero es mejor ceñirse a lo que puedes aguantar que pasar el resto de la noche pegado boca abajo a los azulejos del baño. Si no puedes tragarte esa pinta sin que se te infle el estómago, pásate a las botellas. Si no puedes tragarte ese chupito sin que te arda la garganta durante el resto de la noche, hazte un dash. Todo el mundo tiene su bebida y su forma de beberla, así que encuentra la tuya y sigue con ella si te funciona.

Si no te ha dado, no le des.

Los irlandeses tenemos ese deseo irrefrenable de quedarnos absolutamente anonadados. Somos totalmente impacientes cuando se trata de beber y haremos cualquier cosa para emborracharnos lo más rápido posible. Jugar a ponerse al día nunca es divertido y no suele acabar bien. Has terminado de trabajar tarde, has quedado con tus compañeros en el bar, estás sobrio y ellos ya están cantando Fields of Athenrey, así que ¿qué haces? Te metes en el bar. Unos cuantos chupitos, unas cuantas botellas, unos cuantos redbulls de vodka. «¡Métela en tu Cynthia!», gritan. Ponerse al día, y beber en general es peligroso, porque siempre estamos esperando que la bebida «nos pegue». Nos sentimos muy bien, estamos de pie, caminando y hablando bien, así que nos dirigimos al bar y nos damos un capricho. Veinte minutos después, tienes el vocabulario de un niño de 4 años y el equilibrio que corresponde. Si la bebida no te ha dado todavía, no la des. Dale unos minutos y ve a tu ritmo. Nadie quiere que le saquen de Coppers a la 1 de la madrugada, ¡seguro que aún no ha empezado!

4. Conoce tus límites

Aunque es el consejo que nos dan a todos y que evitamos como un mal sarpullido, conocer tus límites es clave para sobrevivir a una noche de fiesta. No hagas esos chupitos, ese reto o esa copa de Reyes si sabes que todo va a acabar igual. La clave de una noche de fiesta es disfrutar. No bebas al ritmo de otro, sino al tuyo.

El agua no es para los débiles

El agua es tu salvación. A la mañana siguiente o la noche anterior, un vaso de agua puede marcar la diferencia. No sé los chicos, pero si beber un vaso de agua te va a hacer menos chaval, diles que te lo guardas para dar una vuelta por el baño. Unos sorbos a escondidas en los rincones oscuros y estarás mejor.

Come

Ya sea antes, después, durante, cuando sea. Se sabe que McDonald’s, Ray’s Pizza, Zaytoon y Domino’s hacen maravillas con la resaca o absorben ese alcohol de tu estómago cuando los pájaros ya pitan y sólo tienes esas preciosas horas antes de que suene el despertador.

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