Reparar, recuperar, restaurar

A continuación se presenta una descripción general de una enfermedad común que es una causa frecuente de dolor en la parte baja de la espalda y en las piernas, junto con detalles de algunas de las formas actuales de tratamiento que pueden ayudar a aliviar el dolor y las molestias asociadas a ella.

Es de día, el despertador acaba de sonar, y usted levanta la vista de la cama para ver que todavía está oscuro. La lluvia y el viento repiquetean contra la ventana, y te cuesta mucho trabajo quitar el edredón para salir de la cama. Y es aún peor saber que durante los próximos 10-15 minutos vas a estar arrastrando los pies hasta que la rigidez y el dolor de espalda se alivien. Creía que la vida empezaba a los 40 años, pero dicen que mi columna vertebral se está degenerando. Este proceso natural degenerativo nos afecta a todos y tiende a ser más frecuente cuanto más envejecemos. Afecta sobre todo a las articulaciones que soportan peso, como las caderas, las rodillas y la columna vertebral. Cuando los cambios degenerativos se producen específicamente en las vértebras y los discos de la columna vertebral, la afección se conoce como espondilosis. Cuando los cambios degenerativos se producen en las articulaciones facetarias de la columna vertebral, la afección se conoce como espondiloartrosis.
Estas dos afecciones suelen presentarse juntas y la causa suele ser un efecto del proceso de envejecimiento, en el que la degeneración se acumula gradualmente con el tiempo. Sin embargo, es probable que estas afecciones se desarrollen debido a una serie de razones diferentes, como factores laborales, posturales, traumáticos y ambientales. Otros factores de riesgo para desarrollar estas afecciones son la obesidad, las anomalías en el desarrollo de los huesos y otras enfermedades articulares como la gota, entre otras. Es posible que estas afecciones se presenten a partir de los 20 años de edad, pero esto es poco frecuente y suele ser consecuencia de un traumatismo previo en la zona afectada. Es más probable que afecte a personas a partir de los 30 años, con una prevalencia muy alta en las personas de 70 años o más. Tanto los hombres como las mujeres se ven igualmente afectados por estas afecciones.
Las zonas más comúnmente afectadas en la columna lumbar incluyen los segmentos L4-5 y L5-S1. A medida que la enfermedad se desarrolla, la persona empezará a sentir cada vez más dolor y rigidez en la parte baja de la espalda. La rigidez suele aparecer después de largos periodos de descanso, por ejemplo, por las mañanas después de despertarse o de levantarse después de estar sentado en una silla. Por lo general, la rigidez se alivia al cabo de 10-15 minutos de movimiento, pero esto varía de una persona a otra.
A medida que la degeneración empeora, la persona puede sentir los efectos de la estenosis espinal, que es el estrechamiento de los espacios por los que discurren la médula espinal y las raíces nerviosas y que salen de las vértebras, respectivamente. El estrechamiento de los espacios suele estar causado por una combinación de desarrollo de excrecencias óseas llamadas osteofitos, prolapso del disco intervertebral y engrosamiento de los ligamentos espinales circundantes. Todo ello puede provocar el pinzamiento de las fibras nerviosas, causando síntomas de tipo ciático. Este tipo de dolor se conoce como dolor radicular.
Estas condiciones pueden ser tratadas utilizando una variedad de métodos. La terapia manual puede incluir movilizaciones, manipulaciones y tracciones de la columna vertebral y de las articulaciones de las extremidades, así como la liberación de las estructuras de los tejidos blandos, incluidos los músculos y la fascia. El ejercicio para fortalecer los músculos circundantes y para ayudar a mantener la flexibilidad y la amplitud de movimiento en las articulaciones es extremadamente importante y requiere el compromiso total del paciente para asegurar el mejor resultado. El médico de cabecera puede recetar un tratamiento de analgésicos, antiinflamatorios o relajantes musculares para ayudar en los periodos de mayor dolor o malestar. También hay varias inyecciones analgésicas disponibles si es necesario. Éstas pueden inyectarse en una articulación facetaria o en forma de inyección epidural para actuar directamente sobre el tejido nervioso afectado. Por desgracia, algunos casos graves pueden requerir una intervención quirúrgica descompresiva, pero ésta suele ser el último recurso y sólo se considerará en los casos en que las terapias manuales y farmacológicas ya no sean beneficiosas. En última instancia, es importante educar a cada paciente para que pueda tomar medidas para reducir los aspectos perjudiciales de su estilo de vida, que podrían estar contribuyendo a su condición. Perder peso, ser más consciente y corregir una mala postura de trabajo en el escritorio y aumentar el ejercicio son sólo algunos cambios que contribuirán en gran medida a frenar la progresión de estas afecciones y a mejorar los resultados a largo plazo.

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