Después de que Pedro el Grande arrebatara a Suecia el Golfo de Finlandia, fue una gran ciudad la que se aseguró un medio de transporte fluvial para San Petersburgo en el Báltico con el interior de Rusia. Éstos desplazarían cargas pesadas en todo momento, excepto en las profundidades del invierno. El prototipo de canal (vía) Vyshny Volochyok, completado en 1709, proporcionó una conexión de San Petersburgo con el lago Ladoga. El nombre de esa ciudad significa «porteo superior». Sin embargo, las condiciones meteorológicas del lago hacían naufragar con frecuencia las barcazas, lo que condujo al ambicioso proyecto de los canales del Ladoga en la costa sur del lago.
Bajo el mandato de Alejandro I de Rusia, la vía fluvial a través de Vychny Volochyok se complementó con el sistema de canales de Tikhvin (1811) y el sistema de canales de Mariinsk (1810), convirtiéndose este último en el más popular de los tres con diferencia.
El Mariinsk fue un destacado monumento de la hidrotecnia de principios del siglo XIX, que resultó ser clave para la proeza económica nacional. El sistema comenzaba en Rybinsk y atravesaba gran parte del río Sheksna. Luego pasaba por el lago Beloye (y el canal de derivación Belozersky), Kovzha, su canal artificial Novomariinsky, el Vytegra para pasar por el lago Onega. Desde o hacia allí, los barcos navegaban por el canal Onega, el Svir, el canal Ladoga y el Neva hasta o desde el Golfo de Finlandia.
En 1829, se abrió el canal Dvina Norte que discurre hacia el noreste; conecta el bajo Sheksna (uno de los afluentes del Volga) a través del lago Kubenskoye con un Dvina Norte canalizado, que desemboca en el Mar Blanco. El sistema se amplió aún más: hacia finales de siglo se inauguraron otros tres canales, el Belozersky, el Onezhsky y el Novoladozhsky, que permitían a las embarcaciones más pequeñas evitar las peligrosas aguas de los tres grandes lagos (Beloye, Onega y Ladoga).
Otra conexión se añadió en la década de 1930, cuando los prisioneros del gulag construyeron el tristemente célebre Canal Mar Blanco – Báltico con un enorme coste humano entre el lago Onega y el Mar Blanco.