Muchos países de Asia Oriental dependen de la industria pesada como parte fundamental de su economía. Esta dependencia de la industria pesada suele ser una cuestión de política económica gubernamental. Entre las empresas japonesas y coreanas con «industria pesada» en sus nombres, muchas son también fabricantes de productos aeroespaciales y contratistas de defensa de los gobiernos de sus respectivos países, como la japonesa Fuji Heavy Industries y la coreana Hyundai Rotem, un proyecto conjunto de Hyundai Heavy Industries y Daewoo Heavy Industries.
En los estados comunistas del siglo XX, la planificación de la economía se centraba a menudo en la industria pesada como área de grandes inversiones, incluso hasta el punto de provocar dolorosos costes de oportunidad en la frontera de posibilidades de producción (clásicamente, «muchas armas y poca mantequilla»). Esto estaba motivado por el temor a no poder mantener la paridad militar con las potencias capitalistas extranjeras. Por ejemplo, la industrialización de la Unión Soviética en la década de 1930, con la industria pesada como énfasis favorecido, buscaba llevar su capacidad de producir camiones, tanques, artillería, aviones y barcos de guerra hasta un nivel que convirtiera al país en una gran potencia. China, bajo el mandato de Mao Zedong, siguió una estrategia similar, que culminó con el Gran Salto Adelante de 1958-1960, un intento de industrializar y colectivizar rápidamente. Este intento de industrialización fracasó y, en cambio, provocó la Gran Hambruna China, en la que murieron prematuramente entre 25 y 30 millones de personas.